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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Eso que llamamos vida, por Federico Schmidt

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Hace mucho tiempo, en una tarde de verano, alguien me dijo: “Fede…la vida son solo momentos”, y les puedo asegurar que esa frase aún resuena en mi memoria. ¿Qué palabra tan profunda, no? Momentos de oportunidades, de crecimiento personal, de arrepentimiento, de encuentros, de desencuentros, de presencia, de ausencia y tantos más…  Se me vienen a la mente innumerables verbos para describir esa vida cargada de momentos: intentamos, ganamos, perdemos, soñamos, esperamos, deseamos, volvemos a intentar e incluso fracasamos.  La vida no es de color de rosa para nadie…solo lo divino es conocedor de nuestro destino.  Esos instantes tan efímeros, pero al mismo tiempo tan indelebles, dejan una impronta en nuestro ser por siempre.  Sonreír, proyectar, llorar, soñar, anhelar, recrear son partes de la vida de cada ser humano. Todos vinimos a este mundo a cumplir una misión…Como en la escuela, en algunos casos, los temas del examen, son diferentes para todos; pues así es la vida. Peregrinar por un s

Crónicas de inmigrantes, por Eduardo Parino

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              Nuestro desarrollo psicosocial se construye a través de múltiples interacciones con el medio, hasta ir confirmando una identidad que nos define. El círculo familiar, ese núcleo testigo de nuestras primeras vivencias, suele jugar un rol central, especialmente en los primeros años. El imaginario de nuestra infancia no solo suele estar condicionado por aquellos integrantes que frecuentamos, sino también por los que, si bien ya no presentes, constituyen una referencia para quienes los han sucedido y los consideran el punto de partida de la saga familiar.  El abuelo Ricardo era una de esas figuras que, habiendo partido de este mundo varios años antes de mi llegada, cobraba sentido de real presencia a través de los relatos de mi abuela y mi madre. Las historias de inmigrantes, aún hoy, mucho más hace cien años, suelen estar connotadas de cierto espíritu épico que tiene que ver con las pruebas que se deben superar cuando se decide distanciarse de los vínculos afectivos y sociale

La casa de Cortada, por Viviana Arcángeli

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Mi casa de la infancia era la casa de la familia Cortada, era alquilada, y vivimos ahí hasta que yo cumplí los 7 años.  Para mí era la casa más linda del pueblo, tengo los mejores recuerdos de mi infancia, los cumpleaños, los juegos con mis primas y amigas.  Era pequeña, estaba ubicada en el fondo del patio, tenía un camino de ladrillo angosto que parecía interminable hasta llegar a la calle; justo en el medio del patio estaba la bomba de agua y en frente una planta muy grande de membrillos que a la nochecita me asustaban al moverse las ramas y hacer sombras. Yo en ese momento pensaba que eran como brazos de un monstruo que me querían agarrar; ya que en esos tiempos no había iluminación en las calles y solo en las esquinas y a mitad de cuadra, pero era un foco muy chico y de luz amarilla.  Recuerdo cada lugar del patio y sus plantas, había un damasco grande que en una de sus ramas mi papá me había hecho hamaca, en el verano se llenaba de frutos riquísimos, debe ser por ese recuerdo que

Navidad en el campo, por Nancy Skousen

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L a verdad no se por donde empezar, tantas historias, tantas cosas vividas, pero mi mente se va al recuerdo de los primeros días de diciembre, ya estaba más cerca la fecha esperada de todo el año,ya empezaba a sentirse esa emoción, ya nos levantábamos temprano, porque había que escuchar mañanitas camperas....porque por la radio nos anunciaban si había que ir a buscar a mi tía María y a Alicia mi prima, al Cruce..( no había teléfono jaja)…Qué emoción cuando Coco Lanza nos avisaba...nos veíamos una vez al año..luego mi prima se quedaba todo el verano en el campo, qué felicidad.Había que hacer las masitas tradicionales...qué divertido...y qué ricas...ese día solo podíamos probar las que se tostaban demasiado...jaja, luego hasta el 24 no se tocaban..,días previos limpieza total de la casa, lavado de paredes, etcétera ,etcétera… pobre mamá qué trabajo...día 23, ya había olorcito a Navidad, se hacían los postres, se carneaban los pollos, se ultimaban detalles.... Día 24 llegó el gran día, ha

El Padre Pablo, por Magalí Di Croce

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La noticia cayó como una bomba.  Toda la comunidad parroquial, -y más aún los que como yo, no nos cocemos en el primer hervor- tiene conocimiento de que los párrocos están un tiempo determinado en las comunidades y luego se les asignan otras, para crecimiento de la comunidad, y del propio sacerdote en su labor pastoral. Pero el hecho de que conociéramos eso, no significa que la noticia no nos trastocara…y no nos diera tristeza.  Nos vamos habituando a su expresión pastoral, y creamos un vínculo, de poco, les vamos contando nuestra vida, nuestros errores, dolores, alegrías, logros y fracasos. Les pedimos consejo, guía en nuestras tribulaciones. Compartimos con ellos nuestras familias y nuestros hogares, y así se hacen parte de nuestra vida.  Por eso más allá de tener certeza de que son los designios de Dios, y comprender las normas de la Iglesia, nos duele cuando a nuestro pastor actual se le asigna otra responsabilidad pastoral u otra Parroquia.  Ayer en la Misa de 19:00, ante el