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Mostrando entradas de noviembre 2, 2019

Un principio y un final, Federico Schmidt.

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Mi abuela Titina y yo                         H ace un poco más de una década, cuando era un adolescente, recuerdo una tardecita de invierno, estilo londinense; donde el clima ameritaba para quedarse adentro y en familia.  Existen lazos familiares que por más que uno quiera intentar olvidar, es imposible. Y ese recuerdo, selló sin lugar a dudas, la perdurabilidad del mismo.  Mi abuela materna, Nélida; más conocida por "Titina" en el barrio y por todos sus familiares; algunos la conocían por la hermana menor de Beto, el de La Botica...sí, ella. Una mujer cargada de vivencias, de anécdotas, guerrera incansable de la vida y amada por sus "tres soles", como nos decía ella. Había quedado viuda a los 44 años muy súbitamente, con una hija (mi madre), a quién con fiel cariño y afecto crío. Su lucidez para contar relatos, de esos que uno se pregunta: ¿Son de otro mundo?, y ni hablar de su inteligencia y sabiduría para complacernos a todos con sus deliciosas com