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Mostrando entradas de agosto, 2022

"La Campeona" por Jorge Dip

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  Se torna un tanto complicado evocar un vehículo para quienes, por fobia no resueltas o diferentes motivos, hemos decidido no conducir o manejar ningún tipo de medio de transporte de cuatro ruedas. Pero una foto de mi viejo Abel al volante de su emblemática camioneta verde que fue portadora de decenas de anécdotas, bien vale el esfuerzo de sentarse a pensar en un montón de fierros viejos al que le tuve cariño y respeto. Tras destrozar una bicicleta de dama color celeste que fuera propiedad de mi tía Negra, cuando los años ’80 no eran precisamente una época dorada en materia económica, mi padre tuvo en sociedad una camioneta Studebaker color roja de la cual no tengo mayores recuerdos, alguna Ford A en las que me enseñó a manejar (tan mal como él) y un singular engendro del demonio que adquirió en Miramar. Este último era una especie de “pesquero”, como se decía en el pueblo, sin techo, color amarillo furioso, una especie de parabrisas recto, gomas traseras anchas tipo competición y “vo

San Cayetano, el Santo del Pueblo, por Magalí Di Croce

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Su vida me conmueve, me interpela, me despierta una profunda admiración… Una lucidez maravillosa entregada a Dios y al pueblo… De origen noble, no vivió la nobleza como algo que le perteneciera, sino más bien como algo superficial, algo que le sobraba, y se unió con alma y vida, al pueblo sufriente. Su vida se desarrolló en medio de los grandes cambios socio económicos, políticos y culturales de fines del Siglo XV y principios del XVI. Me conmueve su sensibilidad ante los dolores del pueblo, su preocupación y su capacidad para ocuparse de la promoción humana. No sólo se ocupó de la asistencia, sino que además pensaba en la dignidad humana, de la misma manera en que llevaba el pan a las familias que pasaban hambre, también se ocupaba de que tuvieran trabajo, y así fundó una imprenta para dar trabajo a los desocupados, y fundó un Banco para que los artesanos y pequeños comerciantes pudieran seguir adelante con sus emprendimientos, obteniendo créditos justos, que no estuvieran viciados po

Por cada latir, por Alejandrina Skaarup

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Siempre me sentí muy a gusto con la tormenta El observar todas aquellas nubes grises revoloteando en el cielo -yendo las unas a las otras, tan decididas, con tanta fuerza y precisión, logrando unirse para opacar el brillante azul del cielo, dejando consigo solo un halo de nostalgia y desazón- me generaba una extraña y profunda sensación de conexión. De repente, el entorno y mi ser se alineaban como almas gemelas, que se correspondían y completaban a la perfección entre sí. Así, así me describiría antes de comenzar a escribir, como quien no podía dejar que el sol la mire a la cara. Al asomarme por mi ventana, solo puedo ver una ciudad apagada. Las nubes no dejan entrever ningún rayo de luz. Por eso, decidí que esa luz, ya que no puede brotar del sol, hoy... va a brotar de mí. En días como hoy, recuerdo exactamente la necesidad y el deseo que me llevaron al primer encuentro con la pluma y el papel. Días donde mi alma busca hallar esperanza, salvación y perdón. Días donde mi alma busca su