Servicio, por Eugenia Marchesín


En esta fotografía estoy con Coca Destéfano, le estoy  "ayudando" a preparar la mesa para cirugía...debieron hacerme un trajecito de enfermera...
 

                                

                                        Tres Arroyos-1949.. - “ Mamá, me dijeron que en San Cayetano no hay enfermero, vamos?
Con un noviazgo terminado y una madre viuda dispuesta a seguirlo, partieron a probar suerte al pueblo vecino.
Llegaron a San Cayetano con unas pocas pilchas dentro de un pañuelo grande, atado por sus 4 puntas. Ella era doña Ester( mi abuela paterna), él era Tito( mi papá). El stud para caballos que había detrás del edificio, pronto se transformó en su casa, al otro extremo se construyó la morgue y adelante, un galpón de chapas para la ambulancia. Acondicionaron unas habitaciones y dos consultorios, ocuparon a Eduarda, la lavandera, a Adela, la mucama y pusieron en marcha “la Sala de Primeros Auxilios” Más tarde ocuparon otros empleados. Ester era la cocinera. Todas las mañanas recorría las habitaciones preguntando a cada paciente y su acompañante que deseaban comer. 
Tito era “el enfermero” pero además administrador, ambulanciero, radiólogo, hemoterapista, consejero y payaso de hospital. 
Hacía domicilios bajo la lluvia o a pleno sol, a pie o con suerte en sulky, si alguien lo pasaba a buscar. Al tiempo se compró una Norton 500, “la mimosa”. Con su moto salía por los caminos polvoriento o barrosos, al encuentro del necesitado. Las señoritas de la época andaban alborotadas con el enfermero veinteañero, peinado a la gomina. Una, lo conquisto y entre los proyectos de matrimonio, comenzaron a levantar una casa frente al hospital, pero entre ladrillo y ladrillo, él le preguntó a su viejita: - Mamá, a vos con quién te gustaría que me case? - , ella le respondió: - Con la chica de Tres Arroyos-. 
Entonces un día la Norton quiso conocer Tres Arroyos y oficiar de Celestina en esa relación casi olvidada. El pícaro compró una ampolla con agua destilada y se apareció en el hospital de Tres Arroyos con la excusa de aplicarse una inyección. Parece que la ampolla contenía agua bendita porque efectivamente logró reconquistar a la enfermerita del Pirovano, Ida( mi mamá).
La Norton volvió al pueblo con la pareja feliz. A los 3 años nací yo y al año siguiente mi hermano Pablo. Crecimos con nuestro moisés detrás de la puerta del consultorio o en la “piecita” de las chicas (donde se cambiaban las mucamas). Ahí había una cama chica donde se recostaban ellas, para pasarse la guardia. A nosotros nos divertía correr de una punta a la otra de esa cama para pisarles la panza lo que provocaba quejidos y risotadas. Aún recuerdo el olor característico de esa habitación y del hospital en general. También recuerdo a Eduarda con sus manos llenas de sabañones, lavaba a mano, con agua fría, jabón en pan y una tabla de madera, en un lavadero con una ventana sin vidrios, que daba a nuestra piscina, jaaaja!! un cuadrado con 40 cm de profundidad construido entre el lavadero y el galpón de las papas. Cuando nos bañábamos, las chicas y mi mama se turnaban para vigilarnos, mientras zurcían sábanas, sentadas en un banquito. Al tiempo nació mi hermano Pachi. Mi mamá estuvo internada 2 meses por complicaciones del parto. Las mucamas cumplían con su trabajo al tiempo que cuidaban de nosotros. Recuerdo también a Faustina, sus ocurrencias, sus carcajadas! Telma, no veía, pero de rodillas limpiaba cada rincón del hospital. La habilidad de Mabel para carnear y asar corderos o lechones que la gente regalaba como atención. Que fiesta era esa noche! Cenábamos en el galpón de la ambulancia. Hasta ahí llegaba el olor de las tostadas de Blanca y de sus manzanas asadas. Recuerdo su enojo cuando dispuesta a cocinar, no encontraba las ollas, nosotros habíamos armado una orquesta sobre la mesa y la sorprendíamos dedicándole una canción inventada, golpeando con el cucharon y la espumadera, las ollas y sus tapas. Blanca pegaba dos gritos e inmediatamente desaparecíamos. Y después para encontrarnos? Había que treparse por la antena de radiollamadas porque estábamos jugando en el techo, a los Indios o a la maestra, había un fuerte y un aula ahí. Todo marchaba de maravillas hasta que mis padres escuchaban nuestros pasos sobre sus cabezas, dejaban la jeringa cargada y corrían a bajarnos de esos techos altísimos y viejos. Jugábamos al doctor, sobre una camilla obsoleta y una llave servía como jeringa. Obvio que el paciente siempre era Pablo. El destino invirtió los roles y hoy, él es mi médico. Era aburrido crecer en un hospital? Para nada!!! Todo tenía su encanto... la mesa de rayos, con solo apretar un botón ,tomaba posición oblicua y era el mejor tobogán de la historia, pasear en el carrito del oxígeno era superior a la carroza de la Cenicienta.
Y para carnaval? Todo el personal inflaba bombuchas y subíamos el arsenal al altillo-deposito con ventana a la calle, lugar estratégico para bombardear a los que pasaban por la vereda. Nos disfrazábamos y recorríamos las habitaciones para divertir a los internados, mi papá siempre se disfrazaba de mujer, al agacharse la gente estallaba en carcajadas, yo no entendía porque les causaba tanta gracia ese algodón empapado en merthiolate colorado que colgaba de su bombacha... con los años lo entendí! Después siempre lo mismo!!! Se hacía el descompuesto y se acostaba en la cama de alguna viejita!!! Solo se escuchaban risas!!! 
Así, sin querer, este hermoso grupo de trabajo, mi GRAN FAMILIA, me inculcó los mejores principios éticos, el amor por lo que se hace, la empatía hacia el prójimo, la amabilidad, la responsabilidad, el humor como principal medio para distraer al enfermo mientras la enfermedad sigue su curso y también como lazo indestructible de compañerismo entre los que trabajan día a día de cara a las miserias ajenas. Y no por casualidad, hoy, ya jubilada del hospital, sigo dando lo mejor de mi a quien lo necesite, desde una ONG llamada Payamedicos, porque entiendo que pocas cosas en la vida son tan gratificantes como ofrecer parte de tu tiempo para ayudar a otros. Esto es SERVICIO... esto es el mejor legado que mis padres pudieron dejarme.

                                                   María Eugenia Marchesín


María Eugenia es hemoterapista, trabajó como tal en el Hospital Municipal hasta jubilarse, hoy, entre otras cosas,  enseña inglés y es integrante activa de Payamédicos una ONG destinada a llevar alegría y amor a los enfermos.

Comentarios

  1. Eugenia, me ha emocionado tu texto...recuerdo a tus padres, unos pioneros en la enfermería, durante muchos años fueron los únicos enfermeros con Título de tal en el pueblo... siempre listos, para todos, Ida con su dulzura... y Tito con su humor...al verlo nos hacía reír tanto que nos olvidábamos de la jeringa de la vacuna...mi abuela que era bien a la antigua se derretía y reía a carcajadas cuando él entraba a su casa gritando: -"Qué le pasa a esta viejaaaaaa"-.... y para ustedes sus hijos...bellos y edificantes recuerdos.....

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  2. Benegoni me hiciste llorar.Que emocionante tu relato. Me encantó!!¡¡

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  3. euge pablo y pachi que enfermeros tito y ida ., medicos ,terapeutas ,familia , y ese cariño que por mas feo que sea ellos lo hacian distintos jajaja personas asi jamas se olvidan y ustedes tampoco besotes bendiciones y de mi parte siempre voy agradecer a tito pablo y miguel marido de euge que gracias a ellos viven mis padres esas cosas nunca olvidarse .... se los quiere mucho yo mari ju jensen jajaja como me decis vos euge pablo y miguel jajaja tito y ida nena jajaja

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  4. María Eugenia! Soy Silvia, hija de Cristina, tu prima! Me emocioné mucho al leer. La primera vez que conozco esta historia! Gracias por compartirla. Me hace tan orgullosa ser parte de la familia! Muchos besos a todos!

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  5. Huy Eugenia me he emocionado mucho al leer tus recuerdos!!! Estos son lo mas hermoso que nos han dejado nuestros viejitos y tambien sus enseñanzas de buenas costumbres y buenas personas. Un cariño para vos.

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  6. ¡¡Qué lindos recuerdos de infancia!! Y con "juguetes" tan especiales como la camilla o el tubo de oxígeno...¡me encantó!!

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  7. me encanto esta historia, que conocía muy poco, mi profe de Ingles, gracias Eugenia por compartirla. abrazo.

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  8. QUE HERMOSO HERMANA LO QUE ESCRIBISTE ! RECUERDO EXACTAMENTE LO MISMO!!!! QUE NIÑEZ AFORTUNADA QUE TUVIMOS CON ESA FAMILIA TAN GRANDE Y HERMOSA QUE SUPO SER EL HOSPITAL. RECUERDO CADA UNO DE ELLOS

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