Los 80 (en lenguaje de esa época), por Silvia Travaglia


                                       En 1983 fui titularizada, después de varias suplencias, como Asistente Educacional en la escuela Nº 28 de Florencio Varela, quedaba cerca del Cruce de Varela y viajábamos a dedo desde La Plata, todas las que trabajábamos en esos lugares. 
En esos 11 años que trabajé en esa zona pasaron un montón de cosas que cambiaron mi modo de ver la vida para siempre (y no estoy demasiado segura si fue para bien). 
De todo lo que viví hoy elegí dos anécdotas. 
La escuela era de esas construcciones modulares, no tenía espacio para Dirección ni mucho menos para Gabinete. Ambos funcionaban en aulas a las que se les ponían una o dos bibliotecas para dividir y hacer un sucucho, poco íntimo, pero que separaba del resto del aula, donde se daba clase. 
A poco de transcurrido el año, advierto que me era muy difícil hacer mi trabajo así. entonces resolvimos con Graciela Ocampo, una Asistente Social que era de la zona y que tenía una potencia impresionante, que durante el año íbamos a hacer kermeses, bailes, lo que fuera, para recaudar fondos y construir nuestro lugar. Hasta el día del Ladrillo Sapo hicimos! que consistía en que cada alumno trajera un ladrillo, lo que no era muy costoso. Esa zona no era villa, pero si de una gran pobreza. 
Logramos nuestro cometido, la directora nos apoyaba y se pudo construir un lindo lugar apto para Gabinete. Eso implicó que durante las visitas de la Inspectora de Psicología nos plantáramos, para no hablar de nuestro trabajo (que casi no podíamos hacer) y hacerle entender que sin nuestro espacio, esto no era muy posible. 
Cuando volvimos en 1984, el espacio había sido destinado a Dirección, y volvimos fojas cero con nuestro Gabinete. 
En 1985, y aun sin gabinete, recibimos un niño derivado por una docente, que había visto en su cuerpo muchos moretones. Aclaro el año porque ahora no sé si se podría hacer lo que hicimos de esa forma. Nos mostró sus brazos, su espalda, lleno de manchas, claramente de golpes. 
Fuimos con mi compañero de ese entonces a hacer la denuncia a la policía. El comisario nos dijo que era muy difícil… pero que iba a tratar de hablar con el padre. 
Varios días después aparece el chico con una cicatriz en la cara (parecía un cintazo) que dijo que se debía a que se había chocado con el cordel de la ropa que era de alambre. Poco después dejó de ir a la escuela. Fuimos con esa excusa (yo hacia las visitas con el Asistente Social) y el padre nos dijo que no podía concurrir porque tenía que trabajar, (con 10 años) porque él ya tenía 40 años, era un hombre mayor y no podía trabajar más. 
Fue un dolor muy grande, sentimos que nos chocamos contra un muro, que habíamos querido hacer algo bueno y sólo empeoramos la situación. 
Quizás hoy haya mejor tratamiento de esas problemáticas. 
Por estas anécdotas y muchísimas más digo que dividí mi vida entre "antes y después de Florencio Varela" 
Ahí supe (de 1980 a 1991)lo que era el hambre, la injusticia, la violencia... pero también vi solidaridad, gente con mucho empuje y ganas de hacer algo para cambiarlo, no eran todos, pero los que si, eran valiosísimos, uno de mis compañeros luego fue diputado nacional y dedico su vida a la cuestión docente. Pero los ignotos quizás fueron los mejores. 

                                                                                  Silvia Travaglia

                                                                           
                                                             

Silvia tiene escritos en este Blog, "Viajes", "Sin Tecnología" "Fabio" y "Otro Picnic"

Comentarios

  1. Relato de una Argentina que también existe...y duele...hoy como vos decís quizá hoy hay más medios...pero ocurre igual...tremendo relato y no dudo de que esos años dejaron una marca en tu vida... - lo hemos charlado...- y a su vez , en medio de ese horror, la otra cara , la de la gente solidaria y luchadora que también había -y hay-, es una luz de esperanza..

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  2. Lo que quizas no aclarè es que, en esa època, no se hablaba de eso, no se denunciaba. Se sabìa y se comentaba por lo bajo, pero no habìa canales institucionales para hacer algo. Por eso es que lo expusimos en lugar de protegerlo. Y eso nos doliò mucho.

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