Otro picnic, por Silvia Travaglia

Imágenes de archivo de ese día

                              Fue tanto lo que anunciaron los parlantes del comedor universitario acerca del evento del 20, que decidimos ir. 
No nos movía tanto un interés político, sino estar con otros jóvenes, algunos eran pibes que nos gustaban, y un poco de sed de aventura. 
En la pensión en que vivíamos en La Plata, era obligatorio llegar antes de las 21 horas, de modo que tuvimos que decir que nos quedábamos a dormir en otro lugar porque la convocatoria era para la madrugada. 
Pasamos la noche en la sede de una Agrupación que se llamaba FAEP, tomando mate, guitarreando. 
Tomamos un tren hacia Lomas de Zamora, llegamos a las 9 y desde ahí caminamos con una multitud hacia el lugar previsto. No teníamos ni idea de por dónde andábamos. Al mediodía nos asomamos desde un lugar más alto y vimos hacia abajo una cantidad inmensa de gente , como nunca volví a ver. 
A medida que nuestra columna fue acercándose, el ambiente se fue enrareciendo y en un determinado punto escuchamos : "Cuerpo a tierra!!!". Caímos sobre montones de gente y montones de gente cayó sobre nosotras, mientras escuchábamos los tiros. No sé cuánto duró, solo sé que me aterroricé y le dije a Margarita, vayámonos!. 
Corrimos hacia un bosque lateral en medio de la balacera, y por ese bosque hacia la ruta. 
Iban con nosotras gente de la zona que nos albergaron en su casa. Habíamos perdido las carteras, no teníamos documentos, plata, ni las empanadas que preparamos para ese día. 
En esa casa, de gente sumamente humilde pero inmensamente generosa, pasamos la noche. Nos dieron unas monedas para tomar un colectivo hasta la rotonda de Guillón y nos sugirieron hacer dedo hacia La Plata desde ahí. 
Así hicimos, nos levantó un señor en una camioneta que no salía de su asombro, al vernos tan ingenuas y audaces, desvió su curso para poder dejarnos en un lugar más a mano para llegar. Nos dio dinero para tomar el Rio De la Plata, y así fue que llegamos. También nos dijo que no volviéramos a hacer estas cosas y nos explicó los riesgos. 
A los dos días tocaron el timbre de nuestra pensión preguntando por nosotras, salimos aterrorizadas pensando que era la policía o algo así. No, era una compañera que nos traía nuestras carteras intactas, incluyendo las empanadas. 
Aún hoy no he podido tener noción exacta de por dónde anduvimos, geográficamente hablando. Y agradezco la suerte de haber encontrado esa gente que mínimamente nos orientó y ayudó. Jamás sabré quienes eran ni donde vivían. 
Mi compañera era Margarita Devincenti, que ya no está entre nosotros, y que luego se casó con uno de esos pibes. 
El que iba a ser nuestro picnic fue el 20 de Junio de 1973, en Ezeiza.


                                                                Silvia Travaglia



Silvia tiene escritos otros tres textos autobiográficos en este Blog

Comentarios

  1. Pienso en esa época, y del escrito se trasluce claramente que ustedes, dos pueblerinas recién llegadas al ambiente universitario, fueron "de picnic"...gracias a Dios volvieron...¿Qué se hubiera dicho y pensado de ustedes, si no tenían tanta suerte y la ayuda de esas personas a quienes no les sobraban muchas cosas quizá, pero sí humanidad...? Tremendo...me vienen a la mente las palabras del poeta "Confieso que he vivido..." Excelente relato

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  2. Susto y alivio...experiencias inolvidables...

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