Madre Patria ( Violeta y Pablo. Susana), por Silvia Travaglia

                                                           
Me llamó la atención las cosas que la señora Violeta observó en su viaje a Dinamarca, tan diferentes a las que observé yo. Y está bien, pensé, porque ella está inmersa en esa cultura, no le llamaran la atención, como a un ítalo descendiente podrá parecerle una obviedad el Coliseo.
En 2004 tuve la posibilidad de estar casi un mes en Suecia, producto de un viaje accidentado que hizo que recurriera a una prima argentina que vivía en ese momento en Gotemburgo.
Si bien uno observa un modo de vida cotidiano muy distinto en toda Europa, la impresión que me generaron los países nórdicos para mi es imborrable. Quizás son un poco diferentes en lo edilicio, más sencillos, bellísimos paisajes de bosques para hacer largas caminatas, pero lo que más me impactó fueron cosas pequeñas.

El orden, la limpieza, el cumplimiento de los horarios, que todas las cañerías van por fuera, lo que facilita la reparación en caso de pérdida, no hay que romper todo para ver donde está roto. No existe el piso 0, como se dice acá a la Planta Baja, que también es un piso (según yo) y que me gusta que sea el 1. Que las pizzerías brindan ensaladas gratis. La torta de zanahorias. El pescado. El "snus" mezcla de tabaco que se coloca en la boca.
Uno se cansa de ver tanta  "rubiedad", y parece que ellos también, las chicas acostumbraban a teñirse el cabello de negro azabache, lo que suponían que las hacía más atractivas, dado que a las morenas les iba mucho mejor a la hora del amor.
Recorrí Gotemburgo, Estocolmo, Uppsala, y algunos pueblitos típicos adorables (Sigtuna, la primera capital de Suecia y el pueblo más antiguo), donde había túmulos funerarios de los vikingos en el camino y piedras con inscripciones en el pueblo.
Bellísimo todo, pero este escrito me lo inspira otro donde se habla de Copenhague. Dado que Gotemburgo está sobre el Mar del Norte, cerca de Oslo y de Copenhague, pude hacerme una escapada a ambos países. Oslo me recibió con mucha lluvia y pude recorrer poco, pero eso no impidió que viera el Parque Vigeland un parque de esculturas maravilloso donde están representadas todas las situaciones de la vida que uno se pueda imaginar. Impactante, como lo caro que es todo ahí.


Y de a poco nos acercamos a lo que quiero contar, que fue mi viaje a Copenhague. Cruzamos con el bus el famoso y majestuoso puente que va de Malmo (Suecia) a la capital danesa y donde se encuentra el límite entre ambos países (cosa que fue tema de la serie Bron Broen).
Al llegar vi estacionadas una cantidad de bicicletas que no había visto en ningún lado antes. Y de repente me pasó algo inesperado, que me sentía cómoda caminando esa peatonal que atraviesa Copenhague y que conduce a la estatua de La Sirenita, tan pequeña y tan bella, recordando a los marinos que alguien los espera.
No podía detectar que era lo que me daba la sensación de estar "como en casa", era el idioma? un poco más gutural que el sueco? los apellidos que veía escritos en los negocios? que eran Andersen, Poulsen, Jacobsen,  Eriksen.... nada me resultaba desconocido, era como encontrar algo de mis orígenes, algo que tenía y no sabía.
Obviamente que no se nada del idioma, pero mi oído lo había escuchado muchas veces.
Dinamarca me pareció muy amigable, muy linda y ordenada, muy alegre. Los daneses mucho más descontracturados que los suecos (parece que se hacen chistes al respecto). En Suecia está prohibida la venta de alcohol, sólo lo hace el estado en supermercados especiales para eso y en horarios especiales. Los daneses no lo tienen prohibido y dan origen al mercado negro, la multitud de refugiados que hay en Suecia, hacen unas monedas, viajando a Copenhague a comprar insumos que pueden vender a quien se queda sin alcohol en un día y horario donde no hay donde comprar, los vi muchas veces en la estación de trenes, con sus valijas llenas.
No pude volver ni conocer el país más profundamente como a Suecia. Desde ese momento me interesé mucho más en lo nórdico, que siento como que fueran parte de una especie de familia.
Estuvimos acostumbrados por la escuela a llamar Madre Patria a España, que nunca me ha conmovido. Quizás más lo ha sido Italia, donde me moví con una soltura como si hubiese nacido allí, pero mi gran sorpresa fue que en esos lugares tan diferentes, yo encontrara una afinidad y una sensación tan agradable.
Así que les "robé" un poquito a los nórdicos algo de eso y me pongo de hija postiza, quizás en recuerdo de mis amigas Poulsen, que vivían a la vuelta de mi casa en San Cayetano, a sus padres, a todo lo que me contaban y yo escuchaba curiosamente, a sus costumbres, y a aquellos con los que me relacioné personal y profesionalmente y que no olvido.
Creo que esa es una marca, una influencia que nos han dejado a todos. Estamos muy mezclados en la zona en que vivimos y nuestra identidad es un collage donde no tenemos una sola Madre Patria.

                                                            Silvia   Travaglia



Silvia quien tiene varios escritos en este Blog, es una viajera apasionada.





Comentarios

  1. Hermoso relato Silvia, la Patria también es Madre...y es cierto que en nuestro pueblo, como un crisol compartimos tradiciones y costumbres que nos acercan unos a otros aún siendo de diferentes orígenes de sangre...Es un bello homenaje a tu papá, que tanto amó a su Patria, y un recuerdo a Susana...y a Violeta que nos dejó en estos días...gracias...

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  2. Gracias. Sabia de Violeta y querìa destacar su gesto de regalarnos su relato, por eso la menciono y lamento que nos hayamos perdido de que cuente màs.

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