El Censo, por Magalí Di Croce


Hace ya muchos años me tocó hacer un censo, estábamos convocados los que ejercíamos la docencia, como  carga pública, y por supuesto sin compensación alguna. 
No me asignaron mi barrio, sino otro. 
Así, siguiendo las instrucciones, el día indicado salí a hacer mi recorrido. 
Las consignas eran claras: plasmar objetivamente lo que indicaban las planillas correspondientes y punto. 
Ocurre, que además de los datos objetivos que debía recabar, al no ser yo una máquina, sino una persona, hay cosas que se filtraron -sin que mi voluntad interviniera- en mi vista, en mi oído, corazón y pensamiento. 
Y así tuve la certeza de que si pudiéramos escudriñar la vida de los habitantes de una sola manzana, podríamos describir la vida de todo un pueblo, sus aspiraciones, sus dolores, sus orgullos, sus afectos, sus sueños, su concepto de familia, sus deseos, sus heridas, y hasta sus secretos… 
Como abogada muchas veces –como ocurre con los médicos y tantos otros profesionales, ni hablar los psicólogos- he escuchado cuestiones personales e íntimas, pero esto fue totalmente diferente. 
Lo del Censo fue diferente. 
Nunca quizás sabré si ocurrió así porque vivimos en un pueblo, o no. 
Sí tengo la certeza de que en cada casa, me esperaban para abrirla, abrirla con todo lo que había dentro, sus vidas incluidas. 
Me esperaban como un acontecimiento, y querían contarme. Yo intentaba hacerlo rápido, porque debía completar mi recorrido en horario, y sin dejar de ser amable trataba de no desviarme de lo estrictamente relativo al censo, pero no era fácil…. 
Ahí entendí muchas cosas, como si la mente y  la comprensión se me abrieran respecto  de la vida de los otros, que antes había creído conocer, solo por vivir en el mismo pueblo. 
Al entrar en la casa de una joven pareja con varios hijos, la casa era alquilada, todo se veía austero, pero fueron asomando los niños, varios, hermosos, recién despiertos y me ofrecían una galletita o una sonrisa, no me miraban como una invasora de su intimidad, sino casi con admiración y cariño. No recuerdo los detalles de lo censado, pero sí me llevé la certeza de que en esa casa alquilada y de muebles austeros, había algo en abundancia: hogar, familia, amor... 
En otras casas la necesidad de ser escuchados, de hablar, de contar de su vida, de sus esfuerzos, de sus desvelos, cosas que yo no preguntaba, pero querían decirlo, compartirlo, cosas que no van consignadas en el frío censo, por ejemplo cuánto les había costado mejorar el baño o la habitación de sus hijos…porqué habían elegido esa ventana o el color de los postigos…mostrarme con orgullo como habían pintado ellos mismos… 
En otras el tema eran sus problemas de salud…o que sus hijos estaban lejos…o que la jubilación no alcanzaba …o la soledad… 
En alguna casa me esperaban con todo “preparado” para mostrarme, yo no iba a mirar, sino a preguntar, por ejemplo, cuantas habitaciones, si tenían baño o letrina, si había conexión a las cloacas y agua corriente, yo no iba a “ver”, pero me “obligaban” a ver, cuan lindo tenían todo, impecable, ordenado… 
Y en otra… el gran secreto…no estaban casados… …aunque todos creyeran que eran esposos…luego de preguntar varias veces y con respuestas contradictorias, me develaron su estado civil… eran solteros para la ley. 
Casi al final, una señora me recibió enojada, llegué mucho tiempo después de lo que me esperaba…se le pasaron las horas con ese desayuno que me había preparado…y luego de calmarla y explicarle que yo tenía un recorrido obligatorio, que no podía salirme de él a mi antojo, refunfuñando me dejó comenzar el censo…al llegar a la parte de educación, me “confesó" que no sabía leer ni escribir, que de niña residía con sus padres en el campo y nunca la habían llevado a la Escuela, y que ya adulta nunca lo hizo porque le daba vergüenza de que la gente lo supiera…qué ganas de abrazarla me dieron, pero no podía!!! Yo era la “agente del censo”, no podía andar abrazando… por eso solo me limité a decirle varias veces que sería hermoso que vaya a la Escuela Nº 701 para adultos, que le iba a encantar…pero me dijo que no. Ahí comprendí, en este pequeño pueblo donde todos creemos que nos conocemos, porqué ella era famosa por hablar de otros, por comentar,  por ocuparse de la vida de otros…sería que debía armar como pudiera sus propias novelas, los dramas y sainetes, al no poder leerlos, los armaba…pienso que, hubiera sido -de haber tenido la posibilidad- una apasionada lectora…y quizá escritora… 
Esa noche estaba agotada, entregué todo el material en tiempo y forma, pero algo en mí se había movilizado, había vivido un ratito en otras vidas, había entrado, sin proponérmelo en la intimidad de otros que se habían abierto a mí, más allá, mucho más allá de lo que yo había indagado. 
El censo no busca nada de las vivencias que tuve, el censo necesita datos objetivos para ser usados por el Estado para, a partir del conocimiento de la realidad, poblacional y de vivienda, poder aplicar políticas públicas que tiendan a mejorar la calidad de vida. 
Pero mi vida, aún sin querer ni proponérmelo, entró  por un rato en otras vidas, y esas vidas se quedaron dando vueltas en mi mente…por eso a los pocos días lo escribí…pero era en otra computadora, vaya a saber en qué archivo, antes era aún más desordenada que ahora y tenía de todo en todos los archivos… lo he buscado varias veces, pero nunca lo recuperé. 
Hoy escribo una parte de aquello que mi memoria –caprichosa y selectiva como diría mi querida amiga psicóloga- me permite recordar… y al recordarlo, vuelvo a entrar en sus vidas…disfruto el calor de los niños de aquella casa sencilla, abrazo a la señora analfabeta, paseo por las casas que me esperaban “preparadas”, y escucho, no solo con el oído, sino también con el corazón a los que necesitan contarme y compartirme lo más valioso que tienen:sus vidas, su familia y su hogar. 


                                                             Magalí Di Croce


Comentarios

  1. Muy lindo tu relato!
    Asi es como ves la vida. Podrias haber sido una simple "agente del censo" que se limitaba a tomar datos, pero no dejaste de escuchar las historias diversas que se te presentaban y de observar detalles más intimos. Eso está en vos, porque los seres humanos no son un número más, sino subjetividades a las que les diste lo más preciado (y cada vez mas escaso) : escucharlos. Es de un valor incalculable!!!
    El archivo de tu corazón es más fiel que todo lo que decis que no encontrás.
    La escucha, la sensibilidad y empatía frente a esas personas hacen que una tarea tediosa como la de censar, quede transmutada en un momento lleno de vericuetos inesperados y emociones.
    El relato, que le da vida y visibilidad a esas personas es una muestra más de tu capacidad de relacionarte fundamentalmente, con el corazón.
    Muchas Gracias por contárnoslo tan bellamente también.

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  2. La necesidad de hablar y de ser escuchado, en todas las edades...cada vez más valorada y más sanadora. Tal vez por eso el éxito de las redes sociales que cuando son bien usadas, acerca a las personas, aunque no reemplacen a una mirada atenta, a una sonrisa oportuna... ¡Linda experiencia y hermoso relato!!

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  3. Que placer leer tús palabras, yo así lo viví en el año 2010,y a la vez escuchar como compañeros se preparan para la tarea de mañana, sin duda algo cambió mucho y estoy casi segura que este Censo 2022 será un trámite......

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    1. Gracias!!! Si...será diferente, que sea on line es muy apropiado para simplificar y agilizar...y a su vez las vivencias personales tienen otra riqueza...

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  4. Hermosas palabras y sutil, que refleja tu honestidad, Juana Cinalli, viuda, Stefano Otto !

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  5. Que bonito Maga lo que escribis ...asi asi es mi ciudad ,las cosas lindas de un pueblo ,seguro en este nuevo censo las vivencias seran otras ..diferentes pero con la calidez de nuestra gente ...abrazo afectuoso para vos

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    1. Muchas gracias!!! Si....así es nuestro pueblo!!! Quien sos? No sale el nombre en tu comentario!!!

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