De talones y desnudos, por Silvia Santipolo

                                 Historia con la señorita Lidia fue una materia sorprendente ni bien comenzamos nuestro primer año de secundaria. Ya no era ‘estudiar la lección’ de la escuela sobre temas más o menos conocidos: Colón, los indígenas, Sarmiento y el telar de su mamá, Belgrano y la bandera, San Martín y el cruce de los Andes. Historia pasó a ser un mundo diferente de pueblos lejanos y muy antiguos en el tiempo. Sumerios, asirios y caldeos, egipcios… ¿qué era eso? ¿de dónde salieron? 
Estudiábamos del libro de Astolfi, con textos sesudos y algunas imágenes en blanco y negro, claro está. Menos mal que la profesora nos explicaba, nos daba ejemplos, porque de otro modo, dar la lección en el frente, mirando a la clase y en voz alta… hubiera sido un desastre. Como decíamos entonces, ‘qué manera de cortar clavos’. O, ya más desesperados, atar el pañuelo a Santo Pilato… 
Pasadas unas semanas, un nuevo tema, también raro: la mitología, Homero, ‘La Ilíada’ y la ‘Odisea’. Dioses y hombres que se mezclaban en guerras y viajes larguísimos. Dioses con todos los poderes y hombres que intentaban cualquier cosa por obtener, aunque fuera algo, de esos poderes. Y a veces lo lograban. Tal era el caso de Aquiles, el veloz guerrero al que no le entraban las flechas en el cuerpo…salvo en el talón. Sí, el famoso talón de Aquiles. Como les decía, la señorita Lidia explicaba. 
La recuerdo alta, elegante, con su cabellera casi blanca, ojos claros, no muy sonriente pero con una personalidad interesante, que dio lugar a varias anécdotas. Cuando explicó lo de Aquiles, alguien le preguntó cómo el héroe pudo lograr esa capa de protección. La señorita Lidia, dejó su libreta (¡esa libreta!), caminó donde todos la viéramos e hizo la mímica de la mamá diosa de Aquiles, bañándolo de bebé en una laguna de aguas milagrosas que envolvieron su cuerpo en un manto invulnerable. Claro, la diosa estaba parada en la orilla y la única forma de sumergir al pequeño era tomándolo de los pies…de un solo pie y apenas del talón, cabeza para abajo. La profesora en su representación se inclinó hacia adelante, como para no mojarse y adelantó la mano fingiendo sostener en ella al supuesto bebé. Imborrables en la memoria sus uñas siempre perfectamente pintadas de rosa que descendían fina y suavemente, para ‘bañar’ al niño, mientras contaba que al no sumergirlo por completo, el talón quedó sin defensa y de ahí el resto de la leyenda. ¿Cómo olvidar una clase ‘teatral’ así? Creo que desde entonces surgió mi interés por la historia antigua, tan cargada de mitos y creencias fantásticas. 
Más adelante comenzamos con Roma, Italia y sus bellas estatuas. Ya les conté de las imágenes en blanco y negro de Astolfi, que no decían mucho. Por eso, la señorita Lidia, en su afán de hacernos comprender lo maravilloso de esas esculturas, nos llevó varias láminas que hizo circular por los bancos. El Moisés, La Piedad, el David…el David, como dios lo trajo al mundo…en medio de los cuchicheos del aula, comenzaron algunas risitas disimuladas, que fueron creciendo y haciendo perder toda la seriedad de la clase de Historia. La profesora enarcó las cejas, nos hizo hacer silencio y con voz firme, preguntó: “¿Ustedes están a las risas cuando se bañan?” Un argumento imbatible para nuestros trece años. Cómico, pero eficaz. 
La señorita Lidia y sus clases de Historia, las lecciones orales, su libreta de notas y el libro de texto de Astolfi, que marcábamos con D. A. (de acá) y H. A. (hasta acá), para señalar la extensión de lo que había que estudiar, que a nuestro parecer siempre ‘era muuuuucho’.


                                                          Silvia Santipolo



Silvia tiene escritos en este Blog dos textos, a los que puedes acceder acá y aquí .

Comentarios

  1. Silvia...cómo no recordar a la señorita Lidia!!! nuestra profesora y también de varias generaciones...su libreta..su estilo...lo contás tal cual era...las tentaciones de risa en clase... me hiciste llegar al secundario y "cortar clavos" pensando: me llamará?...hermoso texto, muchos se van a sentir identificados con este relato que entra en muchas biografías de los que la conocimos....

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  2. Tal cual!! Así era!! Clases inolvidables de una de las tantas profesoras/es que marcaron nuestras vidas y que nos hacen tener, hasta el día de hoy, la tan nombrada y poco adquirida, cultura general!!!!!! Permítanme incluir en este recorte de la memoria adolescente, a otra inolvidable profesora que me hizo amar la matemática hasta el día de hoy: la Sra. Julieta Arcángeli de Elichiry.

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    1. Qué cierto!!! La cultura general que por momentos pareciera que escasea....y qué lindo tambien tu recuerdo a Julieta.....

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