Cartas que huelen a Hortensia, por Eugenia Marchesín

Esta fotografía es del día que paseamos por Necochea, Hortensia y yo...
                                                              
                                                      Parecía ser una mañana como tantas en el hospital. Recién había terminado con las extracciones de sangre. Recuerdo estar rotulando las bolsas sobre la mesada de Hemoterapia, cuando una de mis compañeras de la administración me alcanzó una carta dirigida a mi mamá, proveniente del Hogar Raimondi de Necochea. Dudando, me tome el atrevimiento de invadir su intimidad, la abrí y obviamente...la leí. Era Hortensia, una ex residente de San Cayetano a quien yo no conocía, pero que de joven, se atendía con mi mamá, en el hospital. La saludaba, después de mucho tiempo y le pedía por favor le mandara un termo para el mate, porque el suyo se le había roto y no tenía dinero para reponerlo; y también algún “chalequito” de lana que ya no usara, porque a veces sentía frío. Por supuesto que ese mismo día le mandé una encomienda con el termo, el chaleco, una torta y una carta contándole que mi mamá había fallecido hacia ya 8 años y aclarándole que desde ese momento, podía contar conmigo para lo que necesitara, como seguramente lo habría hecho mi madre. A esa carta le sucedieron otras por el estilo pero ya dirigidas a mi, cartas muy cortas referidas al estado del tiempo, resultados de análisis clínicos o de estudios médicos realizados o a la comida que le daban en el hogar. Siempre se despedía diciéndome: - “Espero ansiosa tu respuesta”. Al principio yo le respondía con una carta igualmente corta y para mi gusto, bastante limitada y aburrida. Un día me escribió en un tono “más confidencial”, contándome que en el hogar, tenía un compañero muy bueno, que estaba en silla de ruedas , ella lo llevaba a pasear por el patio, aunque cada día le costaba más empujarlo en esa silla y que se cansaba mucho. Tiempo después me llamó la atención que la letra de sus cartas, no era la misma que la de las primeras. Más tarde me enteré que padecía de artrosis de manos y cuando estaba muy dolorida e imposibilitada, me escribía una asistente social, aunque Hortensia se las dictaba y firmaba. En vísperas de la Pascua, decidí cambiar el tenor de mis cartas y contarle algo de mi mundo, un mundo tal vez un poco más amplio que el suyo, el cual, seguramente, con el paso de los años, había ido perdiendo, hasta limitarlo a las cuatro paredes de ese hogar de ancianos. Le compré dos huevos de Pascua diciéndole que uno era para ella y el otro para su compañero. Esa carta marcó un antes y un después en nuestra relación y además los escritos tenían más vida: -“Hortensia, sabes que juego tenis todos los viernes? Mi hijo mayor es abanderado de la Bandera de Ceremonia, el más chico practica 4 deportes, mi marido se llama Miguel, nos encanta viajar... ahhh no te había contado!!! Mi papá, Tito... te acordás de él? Se jubiló... Otra noticia!!! Cambie el auto, tengo un Peugeot azul y cuando vaya a visitarte vamos a salir de paseo por Necochea. Un domingo, llovía, hacía frío, los domingos así me enojan, me aburren!!! Pero se me ocurrió una idea!!! Fui a Necochea a conocer a Hortensia!!!! Recuerdo que al llegar, me recibió la asistente social que me escribía en su nombre, cuando le dije que yo era Euge, saltó de su silla y corrió a buscarla. La esperé en un salón comedor tan inmenso como frío, con muchas ventanas que daban a una avenida. Estaba mirando como llovía, cuando sentí unos pasos inestables y una voz suave que me preguntó: -Vos sos la hija de Ida? Me di vuelta, nos abrazamos, lloramos, me besaba las manos... La invité a sentarnos en alguna de las tantas mesas que había ahí para tomar mate.
Se negó, quiso llevarme a su habitación. Me mostró un par de recuerdos, lo que cabe en una mesa de luz de un geriátrico y me pidió que la ayudara a vestir, peinar y pintarse los labios. Más rápido que ligero estaba lista para salir a pasear. Siempre recordaré su cara de felicidad cuando bajábamos del brazo por la rampa que daba a la vereda y... como se olvidó de la artrosis!!! ya nada parecía dolerle. En cuestión de segundos estábamos camino a una confitería del centro donde tomamos un café y comimos un tostado. Casi no hablamos... después fuimos a sacarnos una foto para el recuerdo!!! A partir de entonces, me escribía para decirme que le mandara cartas más seguido porque la angustiaba no tener noticias mías y se despedía diciendo:- “te mando un beso y un abrazo... una amiga que no te olvida”... a lo que yo no podía más que responder que nunca la iba a abandonar porque esa relación, a mi también me hacía bien. Hace algunos años que ya Hortensia no me escribe...
                                                                     María Eugenia Marchesín




María Eugenia, tiene escrito en este Blog "Servicio" que puedes leerlo acá .
                                                            

Comentarios

  1. Eugenia este relato es un canto a la amistad, una amistad "heredada" de tu mamá, y al servicio generoso que no es sólo dar cosas, sino por sobre todo dar tiempo, compartir, escuchar ...maravilloso...emotivo... y una muestra de tu corazón...me encantó...

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  2. Imposible no emocionarse!!! Me transportaste a visualizar a hortencia preparandose para salir juntas!! Hermoso!!

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  3. Realmente maravilloso, sólo un corazón generoso heredado de padres que también lo eran, pudo realizar tan hermosa obra.Me emocioné mucho con cada párrafo de la misma, intuyo la felicidad de Hortencia, al conocerte y luego paseando contigo......Es de destacar la obra magnífica y felicitarte, por esa alegría que llevaste a ella. Muy lindas tus palabras como ahora el participar en payamédicos, hay que conocerte para saber tu corazón, hermoso Eugenia y gracias por una cuota de aire fresco, en estos tiempos difíciles...........

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  4. Bellísimo relato, típico de una Marchesin , sencillos , buena gente , super solidarios!!!

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  5. Euge: sos maravillosa amiga. Me hiciste emocionar. No me extrañan estas actitudes en vos porq sé q sos muy buena persona. Te quiero mucho. Q lindo q la vida nos haya hecho tener la misma edad para coincidir desde la escuela.

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  6. Que hermoso Euge!!! Solo una persona con un corazón gigante como el tuyo hace esas cosas... te quiero!!!

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  7. Dar y recibir...está todo en este precioso relato...emocionante...y qué lindo cómo está escrito. Hace pensar en las cosas del destino: que Hortensia se acordara de tu mamá, que se decidiera a escribirle, que la carta llegara a tus manos, que respondieras con tanto amor...¡maravilloso!

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