María y los fuegos, por Jorge Dip



Dedicado a mi tía abuela María Dip. 
                               María se levanta temprano, justo cuando el día empieza a tomar forma, y enciende el primer fuego, el de la cocina provista de gas natural, para tomarse un té con leche. Más tarde recibirá las primeras visitas y será el turno del mate. 
A media mañana se dedicará al almuerzo, casi todos los días en soledad, rutina que se interrumpe religiosamente los sábados cuando sus sobrinos le reclaman semanalmente tallarines amasados a mano, pastel de papa o simplemente un tuco de esos que ella prepara y nunca “hacen mal a la panza” de inocentes que son. 
Así pasa sus jornadas a los 97 años recién cumplidos…con un fuego agradable que entibia la casa y el fuego de los niños que la aturden pero le llenan la cara con una sonrisa. 
Pero algunas tardecitas le recuerdan, mientras un tejido le hace rápidas las horas, que no siempre fue como ahora, en el ocaso inexorable de su vida. Y piensa en ese brasero que de niña su padre sirio y su mamá italiana, cuidaban como un tesoro. Con las ramitas secas juntadas por los hermanitos que encendían los primeros rayos del sol, dando energía a quienes trabajaban el surco y el sustento a los que protegían la precaria vivienda de campo. Sobre estos fuegos se amalgamaron las costumbres culinarias de Fortunato y María, sus progenitores, heredándole a esa turquita/gringa de ojos chispeantes, la capacidad, intacta hasta hoy, de cortar de manera quirúrgica esa pasta que ha sido el manjar de la familia por generaciones. 
Recuerda cuando conoció el amor de Jorge, con quien estuvo casada casi 70 años hasta que el partió, y los primeros fuegos de su propio hogar de cocina económica, de dieta a base de churrasco al amanecer, estofados y la evolución de los utensilios, la incorporación de la parrigás, el hervidor y cuando se compró la primer cocina a gas donde las tortas no salían tan ricas como en el horno de la Istilart que se mantenía en un altar donde se rendía culto al chicharrón y la carne al horno. 
María sabe que hubo un fuego que no ardió, pese al amor. Su vientre no pudo darle hijos, y quizás fuera el precio que tuvo que pagar para recibir tanto amor durante toda su existencia. Porque entonces, fue la chispa para otros fuegos, testigo de amor de quienes la tomamos como abuela, madrina, tía. 
Con su palabra justa es responsable de azuzar las hogueras de cuanto le pida un consejo, desempeña el rol de enfriar nuestros ardores cuando estamos lastimados o confundidos y de dar el calor exacto para reconfortarnos en el cansancio o el hastío que nos produce el trajinar. 
Antes ella creía que Dios le apagó su llama porque no le otorgó el don de la maternidad, pero hoy comprende que tenía predestinado ser la antorcha de la familia, que el destino que le daba era el de iluminar, y no el de encender pequeños fuegos. 

                                                   Jorge Dip


Jorge es Locutor Nacional, Conductor y Productor periodístico en Noticiero  " 8400" y "Con sabor a Turismo" en CCTV Canal 2 de San Cayetano. Cofundador y Director de Contenidos de los sitios Web  Caynet (www.caynet.com.ar) Portal de Noticias y Producto Local(www.productolocal.com) relacionado a la difusión de productos regionales.Ha escrito "Rituales compartidos" en este Blog ,que lo puedes ver desde acá





Comentarios

  1. Jorge bellísimo texto donde se trasluce el amor por esa tía abuela, enriqueces el relato con tanta ternura que llama a leerlo y releerlo...me encantó!!!

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  2. Jorge: tu texto es maravilloso y conmovedor!!!
    Me deslumbra tu capacidad de crear climas que nos sumergen en situaciones diversas con sólo dos oraciones.
    Y por retomar o copiar tu metáfora, quizás sea el fuego del amor el que se enciende cada vez que escribís y compartís esa luz con todos nosotros.
    Felicitaciones.
    Muchas Gracias!!!

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  3. Me encanta Jorge tu forma de contar aún las cosas más simple, con una ternura que emociona...a la tía la conocía del pueblo...pero hace muchos años mi hermana Mirta estuvo con un cuadro grave de salud, internada por más de un mes. En ese ínterin operaron de urgencia de apendicitis a tu hermana .
    Y por unos días compartimos la habitación. Doy fe que la tía se pasaba horas cuidándolo como si fuera su propia hija...Imágenes que no se borran a pesar de tanto tiempo trascurrido...abrazos

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  4. Tereserafini8@gmail.com28 de noviembre de 2019, 8:58

    El comentario salió como Mirta Sersfini, pero me pertenece Teresa Serafini

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