La Pantera Rosa (Primera Parte), por Rosana González



Pincelada autobiográfica en rosa
(Brochazo 1)

Parece abrirse un mundo de infinitas posibilidades cuando comenzamos a trabajar después de haber atravesado la aventura de estudiar en otra ciudad. Retornar al lugar que nos vio crecer abre nuevos desafíos para estrenar un título con un campo de acción garantizado. Ya era profesora en Lengua y Literatura. Atrás quedaban las vivencias doradas de aquel tramo donde se afianzaron amistades, hermanadas por logros y sinsabores. Esos lazos que anudan muy fuerte desde el corazón para anclar alegremente en el alma. El tiempo se había encargado de diluir muy rápido la ansiedad y nostalgia inicial, devorando en pocos años la llegada a la meta. Quedarme en aquella ciudad fue tentador pero nunca había entrado en mis planes. Mi propósito era desplegar mi vocación donde hiciera falta. Y la verdad es que no había especialistas en la materia en aquel entonces en San Cayetano y me esperaban con los brazos abiertos. Fue así que se fue desplegando un panorama cargado de sorpresas cotidianas que se encargaron de rubricar con notas de colorida felicidad la certeza de la opción elegida. 
La ilusión del primer sueldo de un docente suele multiplicarse en infinitas posibilidades de pequeñas inversiones, ocupando un lugar de privilegio –en mi caso- algunos regalitos para quienes ocupaban un lugar sagrado: el de aquellos que habían puesto el hombro para que alcanzara un título, envolviendo también de sentimiento amoroso cada tramo de mi recorrido, apuntalando esfuerzos, pequeños logros e inevitables desazones. Para todo eso que no tiene precio y viene gratuitamente de manos del amor incondicional pensé en alguna mínima retribución, un pequeño detalle simbólico, más que nada, para esos padres sólidos, confiados y aguerridos, de risa estridente y reacciones volcánicas. 
Si insisto un poco en aquellos momentos, el recuerdo me devuelve a una chica de poco más de veinte años, dinámica, alegre y comunicativa. Bastante cómplice de sus alumnos además, aunque persistente siempre en incentivar el placer por la lectura desde una amplia variedad, estimulando la búsqueda de interpretaciones novedosas e incitando con exigencia la escritura de textos originales. El desafío hacia la crítica fundada y la creatividad siempre fueron un reto inclaudicable para mí. 
Me desbordaba el trabajo y era puntual en cada institución. Caminadora incansable, podía recorrer las cuadras que me separaban de un lugar a otro con velocidad de saeta. Siempre gozosa de todas las estaciones del año. Vivía con intensidad el pisar las hojas crujientes al cruzar la plaza del pueblo; el llegar con las manos congeladas y los ojos llorosos por el frío después de atravesar el pueblo en los madrugones de invierno; el mostrarme fatalmente despeinada sin pizca de glamour arrebatada por los vientos persistentes a partir de agosto; el aspirar los perfumes mezclados de primavera que emborrachan los sentidos; el desafío del calor inclemente de los mediodías con la llegada del verano. Sin obviar la nota distintiva de la lluvia enfrentada con descaro con botas de goma, piloto y paraguas amplio. Eso sí: los días de temporal con viento intenso eran salvados por algún conductor desprevenido detenido en la esquina, justo junto a mi casa. Sin asomo de pudor, le pedía que me acercara al colegio. Jamás me encontré con un no como respuesta: la ventaja de vivir en un pueblo donde la mayoría nos conocemos, cuando aun no eran frecuentes los remises. 
A los pocos meses de deambular entre clases y reuniones, me lancé a comprar dos elementos afines con mi bolsillo: un minicomponente (los de entonces), con doble casetera, y una bicicleta. El primero, para escuchar radio sobre todo; y la segunda, para desplazarme gustosa sin apremios de tiempo. He aquí el origen de una marca de identidad indeleble que acompañó mi carrera: una bicicleta de paseo color rosa, con algunas flores azulinas pintadas sobre el cuadro, canasto blanco de alambre adosado al manubrio, pedales del mismo color y ojo de gato en el guardabarro trasero. Un medio de transporte económico, pintoresco y estimulante, tanto para acortar distancias como para sostener una actividad física anticelulitis. Pero, por encima de todo, el mejor antídoto para contrarrestar el estrés cotidiano. 
Sin embargo, el tiempo de a pie había calado con profunda huella mi rutina diaria, con lo cual más de una vez, la bicicleta quedaba varada afuera de las escuelas o en el bicicletero de algún kiosco vecino durante toda la noche. Contra todo pronóstico, la podía recuperar sin dificultades. “La Pantera Rosa”, la bautizaron mis alumnos. Y ese nombre le quedó. 
Generalmente, la guardaba en el garaje de mi casa. Pero muchas veces quedaba junto al recibidor externo apoyada sobre una pared, apenas separada de la calle por una vereda reducida y una pequeña tranquera. Las advertencias de mi madre se oían con frecuencia: “-Guardá esa bicicleta porque te la van a robar.” El exceso de confianza desoye avisos premonitorios que terminan cumpliéndose cual profecías bíblicas. 
Una mañana -como todas las habituales- salía muy temprano cargada de libros pero al intentar cargarlos en el canasto de la bici, no la encontré junto a la pared: había desaparecido. La reacción no se hizo esperar. “- ¡Te lo dije!”. Profecía cumplida. 
Las pesquisas iniciales arribaron a conclusiones certeras: habían robado en la estación de servicio ubicada enfrente de mi casa. Suponían que se trataba de gente joven porque solo faltaban atados de cigarrillos y golosinas. Un botín magro acorde con el medio de transporte más cercano: mi bicicleta. Entonces, la di por perdida. 
Pasaron varios días antes de recibir un llamado telefónico cargado de ansiedad. Presuntamente, mi bicicleta había aparecido apoyada en un galpón ubicado sobre la ruta de acceso al pueblo, cerca del cementerio. Conducida por la policía a la estación comunal, aguardaba ser restituida a su legítima dueña. Sin lugar a dudas, me identificaban con ese medio de locomoción. Y eso me sorprendió gratamente. 
A partir de ese episodio, tomé el recaudo de guardarla en el garaje cada vez que terminaba mi jornada laboral. Sin embargo, eso exigía una rutina que comenzó a desgastar mi buen hábito. Generalmente la puerta del garaje estaba cerrada, lo que me demandaba ingresar a casa y recorrer un periplo por dentro hasta abrir la puerta e ingresar la bicicleta. 
Si bien el rito perduró por largo tiempo, el mismo peso de esa rutina fue gestando en mí -tal como te decía- cierta rebelión creciente y caí nuevamente en el antiguo mal hábito. Otra vez por pereza. 

(Continuará) 

                                       Rosana Ivón González



Rosana es profesora de Lengua y Literatura, una jóven jubilada, quien,  además de haber ejercido con placer y dedicación el rol docente en la Escuela de Educación Media Nº1, en el Instituto Domingo Faustino Sarmiento, y en el Instituto Superior de Formación Docente Nº65, -todos establecimientos educativos de nuestro medio-, se desempeñó en el  Consejo Escolar de San Cayetano, como Presidente del mismo.


La segunda parte de este relato lo puedes ver desde acá








Comentarios

  1. Querida Rosana, Gonzalito, como te llamamos con Susana, este bello relato, en dos tramos, pinta con pinceladas delicadas tu época de docente..y nos hace revivir bellos tiempos entre compañeros y alumnos, en una comunidad docente que era tal: comunidad...Lo describes con tanta riqueza que nos trasporta y emociona...en breve publicamos la segunda parte que le da un cierre digno a tan hermoso texto...felicitaciones y gracias por compartirlo!!!

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    1. ¡Muchas gracias, Maga,por tu invitación y por tu persistencia! Lograste sacudir el sopor donde estaba dormida mi escritura ¡Gracias por tu estímulo, paciencia y palabras elogiosas desde el afecto sincero! Me alegra mucho que lo hayas disfrutado. Un abrazo fuerte.

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  2. Rosana! Hermosa profe. Me alegra saber que volviste a escribir. Disfruté de tu texto y me lo imaginé con tu voz. Sus clases fueron un placer, aprendí muchísimo. Sensible, amorosa y con un gran sentido del humor. Así fuiste y sos. Tu bicicleta es, como dice el texto, una marca identitaria. Espero la segunda parte! ♥️

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    1. Gracias Marianela por tu bello comentario...tu visión como alumna es valiosa y llena de cariño!!!

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    2. Mane, querida ¡Fue tan sencillo ser tu profesora. Siempre movilizada, abierta a la novedad, certera en tus apreciaciones, ávida por superarte y tan dotada de imaginación. Siempre con la nota sorprendente que luego nos unió más en aquel Taller de Perodismo. La vida nos permitió construir una amistad que valoro profundamente. Fuiste un estímulo muy fuerte para mí en mis clases ¡Muchas gracias por aquellos tiempos y por los nuevos! Te quiero mucho.

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  3. Qué placer leer un texto escrito por una de mis tantas entrañables profes!
    La admiraba tanto, tanto, tanto cada vez que la escuchaba leer con esa expresividad única que la caracteriza.
    Realmente, es un relato tan excelentemente logrado que permite vislumbrar cada palabra narrada y ponerse en la piel de esa joven Rosana.

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    1. Gracias querida María por tus hermosas palabras!!!

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    2. ¡Bella María! Vos también fuiste una presencia estimulante en mis clases. Fluía maravillosamente bien mi trabajo de profe con tus aportes certeros. Así, resultaba sencillo y grato, como sucedía con Mane ¡Es invalorable observar como docente que cada propuesta se vuelve rica y se multiplica porque se desea aprender! Y aquí está la clave: siempre querías y profundizabas. No había conformidad. Y tus trabajos de escritura resultaban impecables ¡Gracias por todo eso, por haberle dado valor a cada una de mis propuestas! Un abrazo fuerte.

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  4. Leer un relato de semejante magnitud, cargado de recuerdos, vivencias y emociones; me hizo acordar a mis años de Estudiante cuando por la ventana de la Escuela, veíamos venir a Rosana, nuestra Profe de Lengua y Literatura: impoluta, marcando tendencia, con una elegancia y un porte único e inmejorable.
    Con el devenir de los años, nos convertimos en colegas, donde compartimos muchos años de trabajo; eso si: cada uno con su Lengua.
    Me fascinó tu relato y por supuesto, anhelo leer la segunda parte.
    PD: Hoy, conocí el apodo de la bici.
    Besos, Rosana.

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    1. Gracias Federico querido por tu comentario de alumno y colega!!!

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    2. ¡Muchas gracias, Fede, por esos recuerdos entrañables! ¡Muchas gracias por tus elogios cariñosos! Eras un adolescente manso y apacible. Laborioso desde la observación y el silencio. Valoré tanto tu mansedumbre, como tu esfuerzo y afán por aprender y superar barreras. También supiste contagiarme ternura y calma que me ayudaron a bajar los decibeles más de una vez. Aunque te parezca mentira. También fue muy grato para mí convertirme en tu colega. Deseo que la vida te regale todo aquello que anhelás con el corazón. Un abrazo fuertw.

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  5. Gonza. Me encantó tu escrito. Quiero leer el desenlace YA. Un abrazo. Seguí escribiendo .

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    1. Gonza soy su Di croce. No me aparece el nombre cdo te contesté. Un abrazo

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    2. Hola Suuu!!! Qué lindo encontrarte por aquí. Coincido con vos!! Desenlace ya!!!
      Me acuerdo de un tal Tales, que buscaba Sales, pero la Dinámica de sus Uniones Químicas hacían una Sucesión Aritmética increíble y el Teorema de Baskara!!!jajaaa!!! Me acuerdo todos los temas del Secundario y deseo leer algo tuyo pronto, querida Profe y Colega!! Te quierooo!!! Besos!!! Fede.

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    3. Fede querido. Me siento feliz que tengas tan lindos recuerdos. Voy a tener que aceitar mi estructurada mente y ponerme a escribir. Te quiero un montón profe!!!

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    4. Jaja otra vez me olvide de firmar. Soy Susana

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    5. Te mando un cariño inmenso!!! Abrazos, mi querida Su!!!

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    6. Se armó la Sala de Profesores en est espacio....Susana se olvidó de firmar por la edad....espero no se lleve el Libro de Aula a la casa.....

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    7. ¡Y apareció la Chuuu!¡Sala de Profesores!¡Yo me llevé el Libro de Temas máscde una vez, camuflado entre mis libros y carpetas!¡Ja,ja!

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    8. ¡Muchas gracias, Chu! Salió la 2da.parte que ya leíste ¡Me encanta saber que lo disfrutaste! ¡Muchas gracias por tu complicidad de siempre, por tu humor, por tu cariño genuino! Un abrazo fuerte.

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  6. Soy Maria Dolores. Me encantó tu relato Rosanita. Y, sin soberbia, pero con un avegentado orgullo, pregunto: ¿quién te enseñó a leer y escribir? Quién te paraba sobre el escritorio para que cantaras la canción de origen español Caperucita?. Cuántos recuerdos atesorados en mi memoria y en mi corazón!!! Tuyos y de tantos otros, que como tú, ocuparon un lugar en mi vida de docente! Gracias Roxana por despertarlos y Gracias Dios mío por haberme permitido ser Maestra.

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    1. Gracias querida Maria Dolores por tu bello comentario....maestra tan querida de tantos!!!

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    2. ¡Muchas gracias, Magalí y María Dolores!

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    3. Querida María Dolores: Tan bella como activa. Imparable. Sos una marca indeleble en mi vida, con tu presencia en 1er.grado, nada más y nada menos. Eso significó mi encuentro con la escritura y la semilla germinó ¡Qué experiencia incomparable! Y Caperucita me acompañó desde siempre a través del relato oral, mi primer libro de cuentos, la canción ¡Muchas gracias por aquel estímulo que me catapultó al estrellato a tan temprana edad!¡Ja,ja! Me alegra infinitamente que este fruto de aquella labor inicial haya sido "degustado"po vos con placer y alegría. Te abrazo muy fuerte.

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  7. Querida Rosana!! Me encantaron tus historias!! Sos muy descriptiva y grandiosa!! Esperamos mas❤❤

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    1. ¡Muchas gracias por tu apreciación! Tu disfrute también me motiva para intentar alguna otra incursión. Un abrazo fuerte aunque no me sale tu nombre en pantalla.

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  8. Me quedó repetido porque me pareció que no salía ¡Disculpsme!

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  9. ¡Qué lindos el texto y los comentarios!! Nadie olvida la etapa escolar...ni los profes ni los alumnos. ¿Qué habrá pasado con la Pantera Rosa? Sigo leyendo...

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  10. Leerte fue un viaje al pasado, fue recordarte como profe y vivenciar esos momentos íntimos , que solo la escritura puede lograr. Desnudarnos sutilmente o sin despojos es una virtud que se guardan los relatos, para contarlos, algún día, no se sabe cuándo. Gracias porque ese día llegó y nos regalás un poquito de vos. Beso Enorme ...sigo leyendo

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