TRÍADA PROFANADA, por Rosana Ivone González y Graciela María Berti
Fuiste un torbellino de ideas volcánicas. Lava incandescente y arrebatadora. Fuiste gestora bullente de ideas y ejecutora pasional de todas ellas. Nada te detuvo. Nadie podía detenerte sin quedar enredado en sus propias razones, magras y frágiles, frente al torrente de palabras que fundamentaban cada uno de tus actos. Nada fue azaroso en tu vida. Nada de aquello en lo que ejerciste celoso dominio quedó librado a la improvisación. Pocos podían resistir ese ritmo fragoroso que marcó tus días, ese temperamento feroz que exigía entrega sin condiciones.
Nadie fue indiferente al hecho de tenerte cerca. Mezcla irracional de admiración y rechazo; de amor y bronca; de respeto y de irreverencia; de risa y de fastidio. Muchas veces costaba reponerse del asombro ante alguna de tus acciones triviales, o solidarias en extremo o categóricamente combativas ¿A quién se le ocurriría, por ejemplo, golpear la ventana de la casa de una amiga a las tres y media de la madrugada para pedirle un cigarrillo? ¿A quién se le ocurriría en otra oportunidad procurar el salvataje de la misma amiga caída en desgracia con un refuerzo terapéutico de amigos profesionales, especialistas en dolores del alma, para que intervengan en refuerzo simultáneo y la rescaten de un cimbronazo de la existencia que amenazaba devorarla? ¿A quién se le ocurriría armar tal desmadre en la escuela secundaria, que provocara el arribo de la mismísima Ministra de Educación Provincial y su séquito, cuando la política de turno de los 90 barría con los talleres que le daban identidad como institución a esa escuela? La impotencia para vos jamás implicó resignación. Y de eso también aprendimos.
Quienes llegamos a conocerte no escapamos al embrujo de tu lealtad sin límites. Capaz de presentar encarnizadas batallas frontales a quien, a tu juicio, procedía injustamente o cuya ideología podía poner en riesgo el orden de ese mundo ideal dotado de generosidad y altruismo al que aspirabas. Un mundo donde no cabían “los tibios” que te causaban repulsión, ni los individualistas, ni los mezquinos. Ajena, sin embargo, a toda forma de rencor, en cuanto el encono del fragor verbal extinguía su llama, invitabas a tu aturdido contrincante a tomar unos mates, como si nada hubiera sucedido escasos segundos atrás, por espacio de más de una hora. Fuimos espectadoras fascinadas más de una vez, incapaces de introducir algún bocadillo argumentativo que equilibrara la balanza o te dejara convencida. “Borrón y cuenta nueva” fue uno de tus lemas, a partir de lo cual la conversación giraba abruptamente hacia asuntos más banales. O bien lográbamos descubrir atónitas que ambas partes decían exactamente lo mismo, con distintas palabras. Entonces podíamos reírnos de tu empecinamiento, sin que te declararas ofendida.
Definida y exigente. Cabal y jugada. Porque la utopía de un mundo mejor, donde todos cupiéramos era un sueño que podía concretarse y así la viviste. Y el camino que elegiste no fue el más llano ni el más sencillo. Pero en cada paso hubo una voluntad transformadora, mágicamente estimulada y contagiosamente estimulante. Muchos pudimos aprender de ese ardor férreo que todo lo impregnaba. Pero pocos pudieron seguirte de la mano, caminando a tu lado. Quizá nos conformamos con contemplar las semillas luminosas que esparciste en tu andar.
Quienes participamos de tu pequeño mundo sabemos de tus batallas íntimas, esas que se revelan a solas en charlas de mate o café, cigarrillo en mano, con quienes amamos y en quienes confiamos. Sabemos de la feroz cuchillada en el pecho que significó la muerte del amor de tu vida. Sabemos el duro desafío que envolvió tus días sobreponiéndote cotidianamente al dolor para responder a las necesidades de tus cinco hijos. Pero el infortunio no te doblegó siquiera varios años después cuando una vez más la muerte te acuchilló, esta vez por la espalda, arrebatándote repentinamente a tu hija mayor. Conjurar ese dolor innominado multiplicando al infinito tus horas de trabajo fue tu respuesta diaria. Una guerra cotidiana cuerpo a cuerpo, sin sosiego, fue tu arma defensiva y letal. Un refugio recóndito, al mismo tiempo, de sismo, lágrima y fuego. “Nada tengo que reclamarle a Dios” -dijiste más de una vez- “Eso no me lo cuestiono. Mi fe está intacta, amiga. No cuestiono a Dios ni a la vida lo que me toca vivir. Mi dolor no va por ese lado...” Es así, cuando aparecen esos puñetazos inesperados de la existencia cada uno podrá elegir el camino por donde irá transitando con su dolor a cuestas.
Fuimos tus amigas y sabemos. Fuimos compañeras de trabajo en la docencia y te vimos actuar. Fuimos testigos de tu compromiso en el campo político y asistimos a tu obra magistral: la revolucionaria transformación en el campo de la cultura de la que fuiste capaz junto a tu valioso equipo no registra antecedentes similares en nuestra comunidad ni en sus alrededores. Lava incandescente transformada en arte. Date por satisfecha, amiga: ha quedado en pie tu obra y tu proyecto. Nada podrá borrarlo. La lava dejó por una vez un campo floreciente, abundante en frutos.
Partiste sin estridencias. Nuestra tríada de sólida amistad fue profanada. En pocos días te llevó la muerte. Alguien reclamó las palabras de una amiga en el cementerio, porque algunos hablaron destacando tus valores en homenaje póstumo. Pero a nosotras se nos habían silenciado las palabras. Elegimos estar junto a vos, junto al féretro que guardaba tu cuerpo para devolverlo a la tierra. Elegimos el silencio, la no palabra que fue habitada por esa tristeza incapaz de traducirse. “Quedémonos acá. No la dejemos sola”, dijo una de nosotras. Y junto a vos le robamos algunos minutos al tiempo, hablándote en silencio, agradeciéndote más de 30 años de amistad, afianzando ese lazo de hermandad elegida que nos regaló la vida hasta que volvamos a encontrarnos.
¿Quién llamará con ese único apodo de Manola a esa amiga con la que compartiste tantos proyectos exitosos en la escuela y en la vida? ¿Quién invitará a tomar unos mates a cualquier hora a la otra, a quien cedías siempre el mando -el único- de prepararlo, mientras el humo del cigarrillo solitario anunciaba que la brasa lo iba consumiendo en el cenicero mientras planchabas o leías, con el tele siempre encendido, monologando sin pausa porque alguna vivencia había acaparado tu atención crítica?
Hoy nosotras logramos salir de nuestro hermetismo. Ahora es tiempo de descanso para vos, querida Bea.
Nosotras inauguramos el tiempo de los recuerdos encendidos por la llama que nos legaste. Gracias, amiga del alma. Habitás en nosotras y allí vivirás hasta nuestro próximo encuentro.
Tus hermanas de la vida:
Graciela María Berti y Rosana Ivone González
Graciela y Rosana son profesoras: de Geografía, y Lengua y Literatura respectivamente, han compartido -además de trabajos y proyectos con Beatriz-, una larga y profunda amistad.
Graciela y Rosana: pensé mucho en ustedes el día que partió esta hacedora, que no pasó por la vida inadvertida, siempre supe de su bella y profunda amistad, por eso les agradezco tan bello texto lleno de verdad hecha poesía...tan escrito con el corazón y con tanta realidad a su vez....gracias por compartirlo con todos nosotros!!! La tríada siempre estará en sus corazones y desde algún lugar Bea se sonreirá al leerlo....
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Maga, por aceptar subirlo sin reparos y por tus conceptos tan cálidos! Así es: Bea fue una hacedora necesaria para este pueblo que la adoptó. Nos dio paz y alegría poder llevar nuestro sentir y vivencias de amigas a la palabra escrita. Ella habitará por siempre en nosotras. Un abrazo fuerte.
EliminarQue lindo homenaje, personalidad arrolladora si las hubo, siempre pensando en "hacer".
ResponderEliminarHermosa semblanza de una mujer que siempre luchó y peleó por sus ideales y por su familia; trabajadora, íntegra y digna, siempre en un borde, comprometida, solidaria, impredecible en su verborragia de palabras y de ideas. Mi respeto eterno a un mujer incansable y a veces inalcanzable.
Eliminar¡Muchas gracias Mónica y Anita por sus apreciaciones!
EliminarVos, Ana, formaste parte de un equipo de trabajo en la Escuela Media. Recuerdo cuando partimos a visitarte con Bea en un remís a Tandil, cuando te reponías de un problema de salud. Y de paso, Bea aprovechó el momento para persuadirte de que tomaras la Dirección de la Escuela. Siempre sacaba argumentos de la galera para concretar sus propósitos. Muy hábil en el dominio de la palabra e imparable en sus acciones. Fueron momentos de gran construción con vos y Patricia, las dos profes tandilenses comprometidas y arremetedoras. Un abrazo fuerte.
EliminarCómo no pensar en ustedes! Mate o café cigarrillo de por medio!
ResponderEliminarBea siempre luchaste por los demás, siempre voy a recordar nuestra última conversación en la vereda de tu casa, donde me dijiste que no pelee con mi vida, que me aferre al amor, al recuerdo, pero que dejé de castigarme, sólo Dios sabe los por qué de tales sucesos y arrebatos.
Nadie podría haber escrito un texto tan exquisito que no sean Rosana y Graciela, describiendo lo que muchos sentimos y que no sabemos poner en palabras.
Hasta siempre Bea querida, dejaste en mí la llama de la pasión por la lectura y las ganas no solo de enseñar sino también de seguir aprendiendo.
¡Muchas gracias, Daniela, por tu cariñoso reconocimiento! Tuve oportunida de expresártelo personalmente ayer pero deseo responder tu hermoso mensaje por escrito. Tal como lo expresás, Bea fue un motor movilizador. Sus mensajes alentaban la superación y la construcción desdr una mirada esperanzada. Concebía la educación como herramienta transformadora en sentido integral, partiendo de la faz personal. Y en esto coincidíamos las tres. Muchas gracias, nuevamente, y a seguir creciendo. Te espera una gran labor como joven educadora. Un abrazo fuerte.
EliminarEntre lágrimas por la emoción de tan sentido y sincero homenaje, muchas gracias y mucha luz para superar que nuestra querída y única Bea haya partido antes, alli las espera riendo mate en mano y cigarrillo, ya que no creo que ni allí en el cielo logren quitarle sus hábitos ni doblegar su carácter a tan inmensa guerrera.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Silvia, por tus palabras cargadas de emoción! También compartiste con nosotras un tramo en la Escuela Media. Te recuerdo cariñosamente y con nitidez. Me encanta ese matiz de humor que utilizás: una espera que se concretará con mate y cigarrillo de por medio, en la imposibilidad de doblegarla ¡Me arrancaste una sonrisa!¡Guerrera hasta en el más allá! Así la seguiremos recordando: belicosa guerrera, blandiendo altos ideales. Un abrazo fuerte.
EliminarQue hermosas palabras.....que grandes hermanas de la vida....y hermoso y real eso que decía.,.." y la lava por única vez dejo el terreno lleno de frutos....."que orgullo....que bello.....bien Beatriz....siempre en nuestro corazón.... Gracias, gracias por tanto.....♥️♥️♥️♥️
ResponderEliminarGra y Ro : Qué hermoso y emocionante relato!! Cuántos recuerdos se agolpan en mí mente al leerlo.. Bea será un recuerdo lleno de anécdotas y vivencias. Gracias!!!. Susana Di Croce
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Su, por valorar nuestra palabra! Como sucede con Ana Capel, vos también pertenecés a esa etapa dorada, cuando se inauguró el edificio de la Escuela Media. Conformamos un buen equipo, integrando el mismo cuerpo docente, trabajando en Feria de Ciencias que se realizaba anualmente y en otros proyectos especiales. Y es verdad, muchas de nosotras compartimos vivencias que armaron fuertes lazos de amistad que aun perduran. Un abrazo fuerte.
EliminarQue lindo lo que escribieron de Beatriz, un cuadro tan bien pintado!
ResponderEliminarDespertaba Beatriz amor y/o odio, pero nadie puede negar sus convicciones y sus luchas.
Dos cosas me quedaron fuerte en agradecimiento para mi. La sugerencia de que me formara cuando ya trabajaba en la escuela sin título, para poder trabajar segura el dia de mañana, y el proyecto que trabajamos en la escuela con los chicos, cuando viajamos a San Pedro. Entre otros proyectos que ella siempre apoyaba, junto a Jorgelina su hija también.
Como directora exigía pero acompañaba cuando te veía comprometida.
Errores... seguro tuvo, pero sus convicciones fuertes la llevaron a realizar algo tan importante como la transformación de la cultura en San Cayetano.
Me alegro que hayan podido describir con tanto atino una persona tan controversial pero a su vez buena amiga.
Abrazos Rosana y Graciela!!!
¡Muchas gracias, Mercedes, por tus conceptos! Como le expresaba a Daniela, Bea impulsaba la transformación y el crecimiento, alentándonos a embarcarnos en nuevos desafíos. Como Directora fue exigente, pero si captaba un serio compromiso, su acompañamiento a nuestro andar era inclaudicable y estimulante. Imposible no seguirla aynque fuera un pequeño tramo. Un abrazo fuerte.
EliminarAyyy amiga-hermana , Ro, qué genias ambas, con qué nivel literario esa despedida y semblanza de la querida amiga. Y qué amor y respeto a Bea. No más que felicitarlas pero tb acompañarlas en el dolor. La conocí por vos y tb me la encontré una vez acá en Ayacucho, no recuerdo cómo, sí recuerdo la profundidad de la conversación.
ResponderEliminarQué personaje arrasador, como dicen. Se merecía que la muestren así con tanta calidez y altura semántica y filosófica.
Me conmovió el título, impresionante!!!
Abrazo, amiga, y tb a Graciela. Un beso al cielo, Bea estará en mis oraciones.
¡Muchas gracias, Fer, hermana de la vida! Valoro mucho tu comentario porque transitando el mismo camino de formación en el Peofesorado en Letras, nuestros caminos se cruzaron y estrechamos un lazo sólido que aun perdura. Conocés mi sentir por Bea porque más de una vez fue motivo de conversación. Éramos amigas pero también sabés de mi admiración y respeto por su labor institucional en la educación pública y en el ámbito cultural como funcionaria municipal. Agradezco tus palabras elogiosas, siempre plasmadas de cariño y reconocimiento. Un abrazo fuerte.
Eliminar¡Muchas gracias, Fer, hermana de la vida! Valoro mucho tus palabras porque transitamos el mismo camino de formación en el Profesorado en Letras. Nuestros cami nos se cruzaron allá, en Tandil, y desde entonces tejimos un lazo de amistad que aun petdura, más allá de la distancia. Por eso conocés mi sentir por Bea. Sabés de mi admiración y respeto por su labor en todos los campos que transitó: personal y familiar, educativo y político. Aprendimos mucho de ella. La amamos y acompañamos cuanto pudimos. Gracias también, amiga, por tus oraciones. Un abrazo fuerte.
EliminarQué hermosas y sentidas palabras chicas! En cada uno de nosotros, en los que la conocimos y en los que no tanto quedaron las huellas de su fuerza, de su entrega, su inteligencia y su generosidad... Semillas que esparció en este pueblo que hoy está orgulloso de ella, que derrama sus lágrimas al recordarla, seguro de que su obra continúa. Un abrazo grande! Un recuerdo con todo el cariño para Beatriz!
ResponderEliminar¡Muchas gracias por tus sentidas palabras, Vivi! Es así, como lo decís. Bea fue una persona talentosa que supo plasmar en hechos su pensamiento. Hechos que perdurarán. La extrañaremos mucho. Un abrazo fuerte también para vos.
EliminarHermosas palabras, para una mujer que fue un poema...
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Marcelo, por tu vaoración! Clara, sencilla, breve y poética. Un abrazo fuerte.
Eliminar