MARAVILLOSO, por Eugenia Marchesín


..."Muchos me han preguntado si estoy buscando un lugar para echar raíces, pero porqué habría de hacerlo? Las plantas, prisioneras de vivir y ver siempre un mismo paisaje, las tienen.
Yo tengo pies que me han llevado a lugares inimaginables. Entonces no quiero tener raíces..." Pensaba en esto que alguna vez leí, mientras mi primer día en la montaña, llegaba a su fin. Sentada sobre una verde y robusta yareta, con mi mano esguinzada dentro del agua helada de un arroyo, miraba una flor que curioseaba por entre las rocas... "No hay nada de malo en tener raíces, pero hay mucho de bueno en tener pies. Las raíces me muestran de donde vengo pero mis pies me marcan hacia donde voy"...
El relincho de los caballos hicieron que me olvide de las raíces y confirme mi aprecio por la libertad. - "Por dónde andará Maravilloso?"...Lo reconozco por las medias blancas que usa elegantemente en sus 4 patas, por esa mancha tan peculiar en su paleta derecha y por el punto blanco sobre su frente, cual princesa hindú luciendo su bindi. Juntos recorrimos senderos desconocidos por mí pero muy estudiados por él, su paso confiado me daba la tranquilidad de que todo iba a estar bien. Es que él pisaba fuerte y seguro sobre la tierra donde se crió. En solo 5 días creamos un vinculo muy estrecho, aprendí a quererlo. Hasta le confié mi vida...muchas veces lo pensé. Juro que en ciertos momentos sentí miedo por lo que se venía, ahí no habría margen de error. En algunos tramos, era difícil seguir la huella, un camino angosto,piedras que al pisarlas se movían, algunos pastos en la orilla y luego el precipicio. Todos en silencio, algunos mas temerosos que otros, olvidándonos por un instante del paisaje, pendientes del camino. Pasaba un caballo con su jinete por vez, el resto esperaba su turno. Ahí aprovechaba para hablar con mi compañero, le acariciaba sus crines al tiempo que le recordaba que "yo" estaba arriba y que mi vida dependía de él. Maravilloso pastaba muy relajado como diciendo: -"Tranquila, se lo que hago" Entonces, confiando en su nobleza, le daba rienda, cerraba los ojos y el resto lo hacía él.

 Mi caballo tiene por nombre MARAVILLOSO... como su alma. Pero su buen desempeño no depende solamente de él sino también del trabajo, dedicación y disciplina que le impone su entrenador. Edmundo y Jesús, se dedican a esta noble tarea. Edmundo es el dueño de casa donde cenamos la primera noche que llegamos a Las Loicas. Un hogar humilde pero con una riqueza inconmensurable encerrada entre sus 4 paredes: hospitalidad,respeto,alegría. En su patio nunca faltan las risas, la camaradería, las guitarreadas, el baile, la buena comida y el buen vino. Lidia, su mujer, con su suave voz y su apacible mirada, le pone una cuota de dulzura al hogar. A ritmo tranquilo trabaja en su huerta, hornea el pan, cuida de sus animales. - "Aquí no hay apuro, no hay horarios. Despreocúpense, acá todo se soluciona, lo importante es pasarlo bien, compartiendo lindos momentos con la gente del lugar quienes les abren la puerta de sus hogares para compartir con ustedes su real forma de vida", dijo Darío,"el gran jefe", el mentor de esta aventura única, al darnos la bienvenida. Y fue exactamente así. Mientras escribo, evoco distintos momentos vividos en Los Andes. Regreso con esa gente hermosa que puso su eslabón en esa cadena que se fue armando por los senderos cordilleranos. Pienso en los vaqueanos encabezando la caravana, con sus mulas cargadas con nuestras provisiones. Escucho el crepitar del fuego, el olor a leña mezclado con el aroma incomparable de esos exquisitos guisos montañeses; escucho la dulce voz de Val acompañada por su guitarra, los cuentos de algunos, las risas de otros. Vuelvo a disfrutar de compartir el asiento, el plato, el vaso, la alegría. Recuerdo la luz intensa de la luna, iluminándolo todo, se me representan los ojos chispeante de Ariel, llenos de buenas intensiones, sonrío ante las ocurrencias del Sultán, cobijo la fragilidad de Pauli y me invade la calidez de Fran, repartiendo mantas para abrigarnos, mientras que los flashes de Pedro siguen inmortalizando cada instante.

 Escribo y mi mente vuela bien alto, hasta un hito perdido en la cordillera sureña y puedo sentir el viento peleando contra mi poncho, revivo la emoción de haber llegado y levantado nuestra bandera argentina que flameaba insistentemente como queriendo mezclar sus colores con los del cielo mismo. Me remonto a esa tarde del 5 de febrero cuando una fila de caballos cansados y sus jinetes, volvían silenciosos hasta el campamento después de haber vivido un día para recordar.

 No quería que esa cabalgata terminara, no quería dejar de empezar un nuevo día en la montaña, despertando con el rebuzno de las mulas y el relincho de los caballos. No quería dejar de contar estrellas por la noche ni de compartir cada mañana, un mate, con gente llena de optimismo.


 No quería que el calor de los fogones se desvaneciera, pero el fuego es así: furia que pronto se convierte en cenizas. No sé si la última noche alcanzó a escuchar nuestras voces cantando al unísono el Himno Nacional Argentino, tampoco sé si escuchó mis palabras de despedida: -" De los Andes me llevo la majestuosidad de sus montañas, la nobleza de los caballos y la simpleza de su gente. Porque ahí conocí personas que por respeto bajan la mirada, que no siempre tienen la palabra justa para explicarlo todo, pero hablan mejor con el corazón. Conocí un perro que en 3 patas nos acompañó todo el trayecto recordándome que con tenacidad, todo puede lograrse. Conocí lugares con magia propia, donde solo, no puedes llegar, necesitas de los demás como ellos también te necesitan. Corroboré que la libertad supera a la mayor de las riquezas, que todo lo que necesitas para sentirte feliz, cabe en la alforja de un caballo y que cuanto más liviana esté, más lejos puedes llegar.

                                                                       Maria Eugenia Marchesin





María Eugenia, con la riqueza y profundidad que la caracteriza,  tiene escrito en este Blog "Servicio" que puedes leerlo acá , y,  "Cartas que huelen a Hortencia" que puedes ver desde aquí .
                                                


Comentarios

  1. Eugenia, tus textos son ricos, profundos y en ellos pones tu alma....éste particulamente además, nos transporta a esa bella experiencia rica en valores humanos, gracias por compartirla, por hacernos ver las cosas bellas, en estos momentos especiales...gracias!!! Felicitaciones!!!

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  2. Eugenia. Te felicito. Me transportaste a tu viaje. Me emocionaste. HERMOSO!!

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  3. Maravilloso es tu escrito que, sin querer o tal vez queriéndolo, va entretejiendo una línea que trasciende el relato de esa experiencia, tan crucial en la vida de una persona:
    Ponerse en manos de alguien, confiandole nuestra vida.
    La tenacidad como algo imprescindible para un logro.
    La falta de apuro, para que lo urgente no supere lo importante.
    La sencillez y el saber que tan pocas cosas son las imprescindibles.
    La convicción de que es entre todos que se llega al éxito.
    El Respeto por el otro y por la Vida.
    Insuperable!!! Me deslumbró la profundidad de tu texto!!!

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