Mi querido Barrio Vanoli, por Pedro Christiansen


Fotografía del Boliche, ya cerrado. Gentileza Jorge Dip

He pasado casi toda mi vida viviendo en el mismo lugar, solo pocos años no estuve. Fue una mezcla del Boliche Vanoli y la Escuela Nº 9, y como todos los lugares de nuestro Partido, la zona fue tomando el nombre del almacén de ramos generales del lugar, y así  quedó mi barrio como Vanoli.

Hoy me preguntan donde vivo y respondo “Vanoli”. Al Almacén, siempre lo llamábamos “Boliche”, lugar donde había todo lo que un hogar podía necesitar y también se expendía Nafta y Gasoil. Tenía un mostrador largo que recorría todo el local, una balanza con pesas que eran comunes en esa época, la mercadería en estantes hasta el techo, las latas con un centro de vidrio mostraban las masas que contenían, y una escalera para alcanzarlas. Una fiambrera con quesos y salamines con un aroma muy particular. No había red eléctrica, la heladera funcionaba a gas.

En el medio del local había una mesa redonda con sillas, anteriormente en ese lugar hubo un bracero, donde los crotos se sentaban en rededor moviendo las brazas. También una bomba a mano para extraer el agua, que estaba en un rincón.

Afuera los surtidores que se manejaban a mano con un reloj, y cuando se llenaba un botellón de cinco litros bajaba por la misma gravedad.

Había un palenque donde se ataban caballos y sulkys, y un galpón donde estaban los aceites y lubricantes para herramientas. En un tiempo también había un rancho donde vivía un herrero que realizaba trabajos múltiples en la zona: Carlos Budinger ( Don Carlos), era un austro húngaro que vino después de la Primera Guerra Mundial.

La dueña del Almacén, Chola,  encantadora mujer que atendía junto a su yerno, Pocho,  y su esposa Isabel, era gente agradable y siempre de buena onda. Cuando nosotros éramos muy pequeños vivía también la suegra de Chola, y cuando nos venía llegar nos traía chocolatines y decía: “-Uno para Vladimir…otro para Cristín …y otro para Pedrín…-”

Se compraba mucho por el “fiado” a veces hasta la cosecha, las mercancías llegaban por viajantes o Pocho en su Studebaker iba al Pueblo a surtirse, especialmente de galleta de campo, que aunque pasaran los días se compraba igual, la mojábamos en el matecocido y quedaba especial…

Era el lugar de paso y de encuentro de los vecinos, cuando llegaban le dejaban la lista de mercaderías  y Pocho se encargaba mientras los vecinos con un vermouth por medio: Gancia, Cinzano o copa de vino, charlaban y comentaban todo lo cotidiano: siembra, cosecha, parición de animales, de la tormenta que no llegó, o la sequía, o si vieron la tormenta con alguna nube blanca que indicaba que en algún lugar habría caído piedra…y seguramente algún chusmerío también. También ese era el lugar donde se presentaban los nuevos vecinos.

Cuando iban las esposas, le dejaban la lista a Pocho y se iban a la cocina a charlar y tomar mate con Chola e Isabel.

Como mi mamá curaba el empacho “tirando el cuerito”,  en una oportunidad Claudia, la hija de Isabel, que era una niña, se puso a llorar porque pensó que venía para ella…en una palabra: reaccionó como si hubiera visto una bruja…

Cuando alguien necesitaba ir al Pueblo, iba al Boliche porque siempre aparecía quien lo llevara, en una época andaban muchos barraqueros que iban y venían, pero recuerdo en una oportunidad a las maestras rurales, en  un temporal, se quedaron todo el fin de semana y nadie pasó.

Viniendo de la Escuela, pasábamos porque útiles escolares también había, no sé cuántas gomas de borrar habré comprado, porque siempre las perdía…y a veces tenía dos o tres… y golosinas también.

Si se iba a algún cumpleaños, algún regalo  se podía comprar, un licor, alguna bebida, algo de bazar o caramelos para los niños: los Toffee que venían en una caja ovalada bien presentada.

Cuando mi padre nos llevaba para una tarde de pesca con nuestras rudimentarias cañas de fabricación propia, anzuelos y boyas se compraban ahí, la plomada alguna tuerca, tambié pasábamos por el Boliche para tener algo para comer a la tarde. Sólo pescábamos algún dientudo, luego queríamos arrinconar las mojarritas y terminábamos bañándonos, tres hermanos en edad pareja…todo terminaba en pelea…momento en que papá suspendía el día de pesca. Siempre íbamos al Paso Pagola, hoy ese lugar tiene un puente. Solo uno de los hermanos sigue aficionado a la pesca.

Con el tiempo todo fue cambiando, cuando los hijos empezaban la escuela secundaria, algunos se iban al Pueblo para no volver, los caminos también fueron mejorando y se empezaron a vender campos o arrendar, hasta que el en año 1976 el Boliche cerró sus puertas, para nunca volver a abrir.

Quedó el edificio en nuestro paisaje cotidiano, hasta que llegó el día en que empecé a sentirme perdido, miré hacia los costados e iba bien, miré al frente: el edificio del Boliche había desaparecido, así de un día al otro solo quedaron algunos eucaliptus…fue un cambio en nuestro paisaje que costó acostumbrarse…

Al mismo tiempo siguieron desapareciendo mis vecinos, quedaron muy pocos, a los dueños nuevos no los conozco y a los arrendatarios tampoco, así que no los llamo “vecinos”.

En uno de mis recorridos por el país, yendo por la Ruta 40 en el sur, nos apartamos por lo que yo llamo “caminos invisibles” : lugares que no están marcados para el turismo, y en el momento de buscar un lugar para acampar, nos dimos cuenta de la falta de yerba. Tuvimos que buscar un lugar para comprar y llegamos a un pequeño poblado y un gran almacén de ramos generales y al entrar la gran sorpresa fue que era como el Boliche…con el mostrador largo, la mercadería…solo faltaba la fiambrera, había una heladera con vidrio.

Apareció la dueña y me vino la imagen de Chola, agradable mujer, típico de la gente del interior y lejos de las urbes, mientras conversábamos mi vista recorría el lugar y me daba alegría de que todavía existieran esos lugares…

Todavía vivo en mi querido Barrio Vanoli, y sigo defendiendo mi lugar aunque solo me queden los recuerdos de mis vecinos, sus apellidos, la familia toda. Cuando en alguna oportunidad entro en esas chacras, encuentro que la naturaleza vuelve a ocupar su lugar, con algo de nostalgia recuerdo cada rincón que compartí con mis compañeros de la infancia, juegos a las escondidas, o los árboles que eran los mejores para trepar y competir quien llegaba  más alto.

Hoy me pregunto que pasó con los chacareros y llego a pensar dos palabras: evolución o involución…y creo que hay un poco de las dos…pero sí de algo estoy convencido: los chacareros estamos en vías de extinción..

A veces me preguntan: “-Ahora que te jubilaste y te estás retirando, porqué no te venís al pueblo?-” Y respondo que mi lugar es acá, siempre me gustó la naturaleza y ahora es el momento de disfrutarla, mucho más al tener tiempo…

                                               Pedro Christiansen



Pedro es un productor agropecuario sancayetanense descendiente de daneses y conserva el legado de su famila. Además disfruta de la fotografía como un hobby que heredó de su abuela. Ha escrito en este Blog otros tres textos: "Amo mi Escuela Primaria", que puedes leer desde acá ,  "Crotos: historias de la vida rural" que puedes encontrar aquí, e"Inger , Frue Bryde, o simplemente “La Danesa” como la llamaban, para mí: Bedstemor (abuela en danés) que puedes ver acá


 

 

 

 

 

Comentarios

  1. Amigo, tu rico texto, además de contar tus vivencias, y una parte fundamental de tu vida con pincelas de nostalgia, tiene un gran valor para la historia rural de nuestro Partido, las costumbres, la vecindad, la comunidad que es tan necesaria para la formación de las nuevas generaciones...gracias Pedro por compartirlo!

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  2. Hermoso recuerdo!!!! Mi mama era maestra y directora de esa escuelita, y nosnhemosnpasado tardes enteras despues de ckases en el " boliche Vanoli", esperando que mi papa nos fuera a buscar. Y rs como vos decis, Pedro. Chola, Isabel y Pocho eran personas sumamente agradables y te hacian sentir como en tu casa. Muy lindos recuerdos de mi infancias me trajiste a la memoria!!

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  3. Por tu comentario me doy cuenta que era nuestra querida señora de Mauco fue muy querida por padres y alumnos Pedro Christiansen

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    1. Si Pedro! Perdin, crei que salia el cimentario con mi nombre!! Y ella sigue teniendo muy lindos recuerdos de toda la comunidad de esa escuelita

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  4. Gracias Pedro !! por traerme tan lindos recuerdos. Siempre les conté a mis hijos cuabdo ibamos la escuelita rural en la Estanciera, yo iba de oyente. Ir a Vanoli…mágico y su hermosa camioneta . Abrazo, Maria Andrea Riopedre

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  5. artir .Por ser de la colectividad seguramente conoció a mis abuelos Osvaldo Ørbek .

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  6. Muy bueno publicación, me trajo viejos recuerdos, te escribe un nieto de la Chola

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  7. ¡Qué lindo relato!
    Me trajó hermosos recuerdos de mi niñez.
    Mis abuelos tenian su campo en El Indio y yo amaba irme los findes y en vacaciones. En muchos de esos viajes en lugar de ir directo a La Olguita, cambiábamos de camino y hacíamos una pasada por el Boliche de Vanoli. Para mi era una fiesta ese momento porque siempre me compraban algo, recuerdo uno de mis regalos preferidos:un cuaderno, una goma y un lápiz de 2 colores (creo que rojo y azul) que sino me equivoco era inglés. Mis abuelos charlaban con Chola mientras yo elegía mis regalos.
    Ana Julia Menna

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  8. Que lindos recuerdos Pedro, es como volver a vivir esa epoca!!

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