A mi barrio sancayetanense . Policromía. Por Pedro Alberto Devincenti


Del pueblo sabor a trigo dorado, refulge mi barrio amigo de la infancia con desacompasados sones del tren peregrino trepidando en la distancia, llevando al horizonte su traqueteante fatiga, junto  a tractores cimentadores de agraria bonanza.

Con sus calles soleadas y apacibles, salpicadas con árboles de burbujeante  trinar, algunos segados por la hoz indetenible del progreso llegando sin pausa y con prisa, regando de lágrimas vegetales el asfalto insensible.

En la susurrante melodía de sus hojas mecidas por la límpida brisa danzan evocaciones de cálidas fragancias.

Las flamantes casas invasoras irrumpiendo en los antiguos baldíos, tibios oasis en las fugas cotidianas, selvas inexpugnables vedadas a los gigantes que fueran escenarios del fragor de lides futboleras y del candor de bucaneros planeamientos con los errantes camaradas de otrora hoy dispersados por los caminos del viento con fortunas dispares, unos, con rumbos ignotos, otros…

El calendario se detuvo en la vieja casona solitaria de las veredas rotas y cascotes ancestrales, acaso los mismos guijarros que supieron del andar de tantos vecinos saludando al pasar, y de suelas anónimas de pasajeros del tiempo rescatados de las brumas del olvido por la magia efímera de un instante azul.

Proyectando en el calidoscopio etéreo del aire las blancas fases de laboriosa gente sencilla; la nona sentada al frescor del umbrío corredor, las matronas comentando el chimento vigente en pantagruélicas orgías de ritual verborragia, el anciano en la huerta -solaz otoñal-, las pibas jugando, luego su lirismo volando en barriletes de ilusión, febril ensoñación de aguardar al príncipe galano de brioso corcel.

En su tiempo sin edad, con sumisa mansedumbre, la gris melancolía  se arremansa en las pupilas vacías  de verde esperanza de aquella muchacha (Nevada Cumbre) que el destino no quiso sus sueños coronar.

En épocas suspendido en la cornisa de mi vida circular, atascado en rutinas leves, limitado por perfiles de negras sombras, con fugaces destellos de ilusorios resplandores, percibo silente desfilar el carrusel con ojos lejanos, pensando que también un día en él viajaré por los infinitos senderos celestes.

                                              Pedro Alberto Devincenti




Pedro es un lector apasionado, disfruta de leer y aprender, además de escribir. Ha escrito en este Blog el texto: " La historia de mis abuelos italianos en La Argentina" que puedes ver  desde acá y "ADIOS AL AMIGO"-Recordando a Tulio Cosentino, que puedes leer desde aquí


Comentarios

  1. Gracias Pedro por compartir este escrito tan lleno de poesía y sentimientos sobre tu barrio y nuestro Pueblo! Con tus palabras vas pintando tu vivencias en nuestro San Cayetano, sus casas, sus calles, su gente! Hermoso!

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  2. Hacer un poema de lo cotidiano, de esas pequeñas cosas que nos rodean, que son tan imperceptibles y tan importantes, es un arte del que no muchos pueden hacer gala.
    Sutil y profundo, tu escrito me conmueve y me trae muchos recuerdos.
    Mil gracias por darlo a conocer.

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  3. Excelente descripción de nuestro barrio de un escritor avezado como lo es Pedro. Felicitaciones!

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  4. Emocionante. Gracias Pedro!!!!

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