Y CUANDO EL OCASO SE ACERCA Y LLEGA EL FINAL DEL DÍA… Por María del Carmen Becerra

Hace apenas unos días escribía sobre los ocasos y amaneceres…
Cómo los primeros nos acercan a la oscuridad y los segundos a la claridad creciente…
Y lo hice haciendo referencia a la vida misma…
Y el ocaso llegó, le llegó a mi madre, ese ser que, no sólo me dio la vida, sino que me enseñó a enfrentarla, que me enseñó y me guió en mis primeras pruebas, aún siendo muy pequeña, que hizo de mí una niña que pudiera no sentirse menos por tener una discapacidad, que me enseñó a entender que no habría barreras infranqueables que no pudiera saltar, tanto física como intelectualmente, que siempre debía entender que QUERER ES PODER, que a pesar de mis lágrimas rebeldes de nena mal criada y en mi mejor papel de víctima, me obligó a comprender que a la vida hay que ponerle el pecho, que hay que ponerle garra, que hay que ser fuerte y demostrarlo, que hay que proponerse las metas y alcanzarlas, en fin que la plenitud se busca y se logra, porque ella no viene a alcanzarte.
Y así luchó ella… fuerte, inquebrantable, cayendo y levantándose, sin perder la alegría, las ganas, la voluntad…
Esos valores que, en algún momento me enseñó, me inculcó y logró que aprehendiera, es decir que los hiciera míos, que los guardara en lo más profundo de mi ser, fueron los mismos que ella puso en práctica hasta el último de sus días, luchando, intentando, sacando fuerzas de donde ya no le quedaban, pero dando el ejemplo de una voluntad inquebrantable hasta que solo la venció la muerte, llevándose el dolor, la fuerza y las ganas de seguir, ya agotada de las agujas (a la que toda la vida les temió), del sufrimiento de sus caderas gastadas de recorrer las calles del pueblo, de la dependencia de los demás y por eso mismo, la pérdida de su libertad, su independencia, en fin, su vida, porque eso era su vida: ser libre…
Me vienen a la cabeza tantos recuerdos… los viajes a Mar del Plata, para que me atendieran en Cerenil, su ayuda para ponerme los aparatos ortopédicos hasta que la “retaron” y la mandaron al psicólogo porque yo tenía que poder sola, pero para eso necesitaba que ella me dejara sola, que me exigiera para que lo hiciera, que me dejara crecer y así lo entendió, con pena, con sufrimiento, escondiendo sus lágrimas que eran el eco o el reflejo de las mías, en fin, entendiendo y haciéndome entender que todo era por mi bien, por mi vida futura, para que fuera mujer plena y que así fuera mi vida. ¡Y vaya que lo logró!
Hoy se fue y ¡cómo se nota su ausencia!, no nos veíamos todos los días, pero nos llamábamos cuando nos necesitábamos o sólo para charlar y “ponernos al día” como decía ella, sabíamos que estábamos la una para la otra, aunque no nos visitáramos, solo eso… estábamos. Ella, ya no…
Ayer entré en su casa. Tan silenciosa, tan vacía, tan sin ella… y fue como si hubiera muerto de nuevo. Una cosa tan importante como la casa familiar, aquella en que nacimos y nos criamos, hoy es sólo eso, una “cosa”, algo material, algo desprovisto de sentimientos, de vida, porque sin su presencia no hay nada adentro de esas paredes, absolutamente nada. Porque ella, en esa casa, lo era todo y sentí que la había vuelto a perder. Llegó la noche que sigue al ocaso y duele… y mucho…
Por eso hoy doy gracias a la vida, que aunque te quita, también te da, por mis amaneceres que me ayudan a ver y valorar el sol cada mañana, porque los amaneceres están y los rayos de esos soles, de esos dos amaneceres me impulsan a retomar, poco a poco, la alegría de vivir, las ganas de seguir, las ansias de respirar el aire puro de las mañanas y ojalá la vida me regale muchos años más para disfrutar, día a día, de sus avances a través de un límpido cielo puro y sin nubes hasta que, cuando llegue mi ocaso, ellos estén radiantes, expandiendo su luz en eternos mediodías …


(Dedicado a mi mami, que, con sus defectos y virtudes, logró hacer de mí una persona plena. Gracias eternas. Nunca te olvidaré mamucha, como te decía últimamente y que a vos te causaba mucha gracia) 

                                                    María del Carmen Becerra



María del Carmen, Mariquita, como le decimos los amigos, es una escritora nata...Ella desde muy jóven logró poner en palabras profundas sus sentimientos y pensamientos... ya ha escrito en este Blog los textos:"Porqué a mi" que puedes leer acá , "Cuando la vida no se cansa de ponerte a prueba" que puedes leer desde aquí , "Nos creemos omnipotentes" que  puedes encontrar acá , "El día del Padre" que puedes leer aquí y "De ocasos y amaneceres se trata la vida" que puedes ver desde acá .


Comentarios

  1. Mariquita sé cuánto se amaron y compartieron con tu madre....es tal cual la describes... es muy profundo lo que nos compartes...y en medio del dolor de la partida: los retoños que asoman a la vida....los que con tanta poesía llamas "amaneceres"...hay amor, reconocimiento y análisis filosófico de la vida en tus palabras...gracias por publicarlas!!!

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  2. Gracias Maga!!! Entendiste absolutamente TODO!!!!!! Gracias, mil gracias!!!!!

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