PREGUNTAS, por Silvia Travaglia

Me pregunto muchas cosas....

También se me mezclan muchos pensamientos, conceptos, abordables desde muchas disciplinas, diferentes puntos de vista teóricos, experiencias, sentimientos encontrados....
Una sola palabra se me ocurre con certeza: Horror.
Me encontraba estudiando el tema de la agresividad, investigando textos a releer , nuevas concepciones, actualizaciones etc.etc. La realidad actual en relación al tema me lleva puesta.
Hay una gran mezcla de términos como enojo, agresión, agresividad, violencia, y estos se mezclan también en áreas del conocimiento Psicología, Sociología, etc. etc
Además de Horror, tengo otras casi certezas... De la violencia somos todos víctimas. Con esto no quiero exculpar a nadie ni minimizar responsabilidades. Ya explicaré más adelante.
Otro pensamiento que se me impone es que hay hechos que sólo los produce el ser humano, en la naturaleza no los vemos, excepto para supervivencia.
Hay otra idea más inquietante... es sólo una cuestión de grados? si cualquiera puesto en ciertas situaciones, en un mal momento y en un mal lugar es capaz de hacer lo mismo.
Poco puedo decir de lo social y cultural, pero si podría acercar alguna opinión sobre lo que me concierne.
La agresividad es un sentimiento normal, tiene que ver con el impulso vital, no sólo se manifiesta evolutivamente en los primeros momentos de la vida en aquello que se opone a lo deseado sino como una fuerza que está en lo creativo y en la afirmación personal. Tiene un importante componente en relación al movimiento. Experimentar la tensión agresiva no suele ser agradable, y mucho menos manejable a menor edad. Es aquí que la intervención externa es la encargada de la modulación de la misma. Una tarea muy difícil y compleja, para la cual no hay reglas escritas y que atañe a la responsabilidad de traer una criatura al mundo.
Cómo frenar acciones o palabras sin coartar la libertad que requiere una crianza que posibilite espíritu crítico y cierta autoafirmación? Es una pregunta que todos se hacen.
Esta tarea implica sortear la indiferencia, la propia historia ( “como a mi no me dejaron, yo lo dejo”), la fascinación por una suposición tonta como la de que en la infancia hay una cierta verdad que hay que dejar hacer. Es así que vemos muchas veces que la soledad y la angustia embargan a un niño que no conoce (ni tiene porqué) y que es dejado al arbitrio de un sentir que no sólo no puede manejar, sino que no puede hacer coincidir su accionar con lo correcto. Me refiero tanto al conflicto ético entre lo que se debe o no hacer, como al remordimiento causado por dañar algo querido o apreciado, sean personas u objetos.
Se requieren adultos, sí digo adultos sin sonrojarme. Esos que entronizan al no adulto como dueño de una verdad, esos que le temen a la reacción de alguien que, paradójicamente, quizás hace las cosas convocando a esa adultez que tanto escasea.
Los psicólogos tenemos fama de culpar a los padres. No es eso lo que quiero decir acá. En más de cuarenta años de trabajo, he visto que no hay correspondencia entre cosas que los padres hagan mal y la conducta de su hijo. Sí, he visto que la ausencia de adultos, en el nivel que sea, produce desastres. Hay un mundo que espera a los más pequeños para el que se los debe preparar. Es un mundo cambiante y, en la velocidad exasperante de la tecnología, por ejemplo, hay quienes creen que por ser nativos digitales y manejar lo tecnológico más fácilmente, no es necesaria la referencia adulta. Quiero decir con esto que lo peor que puede pasar es la ausencia de referentes, si hay una equivocación... esa línea trazada como límite que es la referencia podrá ser primero respetada y luego trascendida más adelante. Si no la hay... existe el riesgo de un sujeto arrasado por enojos o berrinches, quizás no manejados en su momento, pero absolutamente posibles de ser reconducidos. Ese sujeto arrasado puede producir hechos que vuelvan su agresividad en su contra además de contra otros.
Poder soportar la propia equivocación, intentar algo diferente, no temer ser "antiguos", son algunas cosas, mejores que dejar hacer sin intervenir. Quizás también sea producto de proceder de generaciones muy restrictivas, pero el adulto es quien lo puede pensar, rever, analizar y cambiar, no solamente hacer lo contrario, tan negativo como lo anterior.
Esto forma parte del amor, un amor que no propone sometimiento absoluto, sino un "hasta acá", que nadie sabe dónde está y que se relaciona con cierta medida ubicada entre la tolerancia y el límite. En esto residirá también la autoridad, en convertirse en los autores amorosos que modulan y frenan esa impulsividad, tendiendo a generar un ser respetuoso del otro.


Es una tarea propia, es algo a encontrar y luego perder, pues en la próxima situación quizás ya no sirva esto que se hizo, pero queda el saber que se le puede encontrar la vuelta, en muchas ocasiones. Junto a la decisión irrevocable de no dejar de intentarlo.
Respecto a lo que se denomina "violencia" creo que excede lo que estoy escribiendo. Tiene matices sociales, económicos, políticos, etc, que son áreas en las que opinarán mejor otros, seguramente.

                                                   Silvia Travaglia

 




Silvia es psicóloga, ha escrito en este Blog  muchos textos, todos  bellos, movilizadores y diversos, los ocho anteriores a éste son   , " Vida Guille" que lo puedes ver aquí,  "Amiga inesperada y querida" que puedes ver acá, y "Sin sentido Contradicción Desconcierto Absurdo", que pueder ver desde acá, "Realidad y referencias" que puedes ver desde aqu.i y "Mis Recuerdos (Carlitos Rodríguez)" que puedes leer acá  "Maratón" que puedes encontrar aquí, "De aquí y de allá" que puedes ver desde este enlace, y "Los míos" que puedes ver acá

Comentarios

  1. Silvia, tu profundo texto llama a pensar y re pensar...con solo encender el televisor nos conmueve la violencia de diferentes formas que cada vez, pareciera, va in crescendo, y como decís, es un horror...Sin ser sociólogos observamos la sociedad, fragmentada, violenta, donde la vida y la integridad física poco o nada valen...Si bien la gran mayoría del pueblo argentino se esfuerza en muchas formas, la violencia crece, y no es privativa de un sector social...sino transversal a todos...las personas en general permanecen indiferentes, o con mucho miedo, o clamando a las autoridades por formas de solución que muchas veces también son formas de violencia.
    PREGUNTAS se titula tu interesante texto, y también me pregunto, Cual es la solución? no vamos a poder cambiar el mundo seguramente, pero vos nos das claramente la respuesta: los adultos debemos ser adultos. Es cierto que no aprendemos a ser padres en una prestigiosa Universidad, no, aprendemos en la práctica de la maternidad-paternidad, y eso no es tarea sencilla, y cometemos errores, pero creo que no es perfección lo que se nos exige, sino : presencia, guía, capacidad de poner límites aunque a veces nos duela, sentido común, convicción de que la vida nuestra y la de los otros es el bien más valioso y mucho amor para trasmitirlo, no solo con palabras, sino también con el testimonio de vida...Y ahí sí podremos ayudar a cambiar el mundo cotidiano... y eso se irá replicando....Gracias Silvia porque tu escrito es una guía para el pensamiento y para la vida!

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  2. El comentario anterior salió publicado como anónimo, no se porqué lo tomó así, pero es mio

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  3. Muchas gracias por haber abierto este espacio y muchas gracias por tu comentario que, a su vez, me deja repensando a mi.
    La ausencia de la que se trata es la de la omisión , falta de compromiso o complacencia ante algunas actitudes. "Le di todo lo mejor que pude y mirá vos lo que hace" suele ser el lamento frente a lo irremediable de no haber intervenido, desde el amor y el respeto, generando eso mismo como resultado. Incluye la educación y las primeras instituciones de socialización.

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  4. "De la violencia somos todos víctimas" me queda resonando como un llamado a la responsabilidad muy fuerte... Hace generaciones que se viene señalando la problemática de la simetría padres/hijos como productora de estragos. Es muy interesante pensar qué lleva a esquivar el rol de adultos, imprescindible para establecer límites.

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  5. No sé si es la simetría o no saber en que consiste la autoridad, ya que esto se confunde con conceptos diferentes y procedentes de otras disciplinas, como la sociología o la política, etc.
    No deja de ser uno de los aspectos, de todos modos, hay muchos más.

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  6. Y si los roles familiares se revelan como insuficientes, habrá que pensar en el proverbio africano "Para educar a un niño hace falta una tribu entera"

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  7. Gran artículo, Silvia, Muy rico conceptualmente y estupendamente redactado. No puedo dejar de compartir todo lo que expresás allí. Es paradójico, pero cuando nosotros éramos adolescentes queríamos parecernos a los adultos: vestirnos como ellos, tener su independencia, alcanzar su afectividad y su vida social. Hoy son los adultos quienes buscan parecerse a los adolescentes. De ser una "crisis", un tránsito entre la niñez y la adultez, la adolescencia se ha convertido en un "estado" permanente de la sociedad. Los padres se han adolescentizado: se visten como sus hijos, tratan de escuchar su música, de manejarse en las redes sociales como ellos, de conservar una apariencia física de eterna juventud; el problema es que, al desarrollar identidades tan similares. una suerte de neutralidad pasiva, impiden que los adolescentes experimenten ese proceso de descentración, que los lleve a la vía adulta, abandonen ese egocentrismo hedonista propio de su edad para evolucionar hacia la adultez y la madurez psíquica, para lo cual es necesario un modelo a contrastar, una referencia que actúe como acicate para realizar ese tránsito, que hoy no tienen. Cambios de la posmodernidad, inquietantes y fascinantes al mismo tiempo...

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    Respuestas
    1. Tu claro y completo comentario complementa maravillosamente el excelente escrito de Silvia! Gracias por comentar!

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    2. Muchas gracias por leerme minuciosamente y por comentar después. Enriquece mucho lo escrito, lo aclara y completa.
      Además es una caricia al alma. Mil gracias!

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