UN DISPARO MALDITO En memoria de Yael Rivas, por Rosana I. González

Venimos de pérdidas que cuestan aceptar en un pueblo donde nos conocemos todos. Las emociones están a flor de piel y con las herramientas que tenemos buscamos asumirlas. En mi caso, como en el de muchos, la fe y la convicción en una vida plena después de la muerte me incentiva a orar por las almas de esos seres inolvidables que han partido, dejándonos la certeza de caminos recorridos con entrega. Seres que supieron poner en juego sus dones para bien de muchos: alegría en el corazón, talento creativo, amor esparcido a manos llenas…

Pero tu caso es diferente, Yael: arrebataron tu vida en la plenitud de tu existencia. Un sacudón sísmico nos dejó perplejos. Un disparo tan maldito como certero hoy te aleja de nosotros.

Fue una experiencia singular conocerte. Reparabas con atención concentrada algo que requería de tus conocimientos en casa de unos amigos. Ellos no estaban cuando llegué. Al encontrarte, me sorprendí. Nos saludamos y pregunté por los dueños de casa. Simplemente no estaban. Hasta ahí. Yo, con esa catarata de preguntas y comentarios inútiles para quien trabaja. Vos, inmutable, serio, parco.

Luego Julio me contó quién eras, de dónde venías, con qué detalle te dedicabas a tu labor en albañilería. Así comenzó a armarse el lazo que nos unió por varios años. Eras muy joven -aun lo eras en estos días-, cuando te contraté para realizar trabajos en mi casa de familia. Distante de tu parte, en un principio. Puse a tu disposición la cocina y la heladera, cuando presencié tu tarea incansable que consumía horas. No quisiste saber nada. Tampoco con la llave, cuando yo debía salir de manera inevitable. “Vaya tranquila, Rosana. Yo me arreglo. Tengo mi equipo de mate y mi garrafita. Así me siento más tranquilo. No quiero compromiso con la llave de su casa.”

Muy pronto te ganaste mi afecto cargoso de “Comete un yogur. También tengo fruta. Bizcochos muy ricos, fresquitos, de la panadería de enfrente…” Nada te sacaba de tu ritmo. “Le agradezco, Rosana. Prefiero no comer nada mientras trabajo. Después almuerzo bien. Más tarde.” Siempre lejos del mediodía: dos, tres, cuatro de la tarde.

“Disculpe, Rosana ¿Cómo tiene su día mañana? Pienso venir a las siete así termino con la obra.” Y caías a menos diez. Yo, con cara de dormida y la sonrisa borrada. Vos, con toda la energía y vitalidad de tus veintipico pero, sobre todo con tu compromiso con la palabra y tu responsabilidad en el quehacer. Así fuiste ganando mi confianza que fue también admiración. Así empezó un vínculo entrañable.

Jamás me tuteaste. Yo sí. Te veía grandote en ese cuerpo vigoroso, pura energía. Y desde el cariño que fuiste despertando en mí, te bauticé risueñamente “Pichón”. Apenas sonreíste con la ocurrencia. Después de varios intentos fallidos, te ofrecí una vez más compartir unos mates en mi cocina al promediar la mañana y logré que me aceptaras. Un avance para empezar a derribar barreras. La comunicación comenzó a fluir entre nosotros hablando de la vida, de nuestros orígenes, de las oportunidades, del trabajo, dela amistad, del amor… Conocí gran parte de tu historia y vos conociste gran parte de la mía desde la confianza y el respeto que jamás vulneraste. Te molestaban algunos comentarios pueblerinos maliciosos. Rechazabas los prejuicios y palabras malintencionadas con relación a tu persona. En esto podía darte una mano a través de una confianza bien ganada que jamás rompiste. Por eso también incentivé tu propia confianza, la que debías tener en vos mismo, en tu capacidad y buenas intenciones. Las acciones demuestran más que las palabras. Y las superan. Eras un ser valioso que armaba sus propios sueños en base al trabajo incansable. Yo procuraba estimularte con mis palabras que a veces percibirías cargosas. Aunque nunca lo expresaste. Creo que necesitabas algunas y sintetizándolas un poquito, te venían bien.

Tu afán de superación parecía no tener límites. A pesar del cansancio cotidiano, asumiste el desafío de completar tus estudios secundarios. Con todo mi orgullo te aplaudí emocionada en tu colación de grado. Sentí como propio ese logro valioso. Creo que en ese momento descubrí cuánto te quería.

En aquel tiempo, te insistí muchas veces que descansaras, que te distrajeras, para compensar un poco tantas horas de labor sostenida. “Es ahora, Rosana. Este es mi momento. Quiero juntar un mango, invertir. Después habrá tiempo. A los 40 pienso retirarme. Tal vez estudie alguna carrera…” Y la dejabas picando.

Transcurrido un tiempo, me acompañaste y asesoraste en detalles para mi vivienda. Me ayudaste en la selección de materiales. Fuiste modesto en los precios asignados a tu trabajo impecable. Colaboraste también con mi bolsillo.

Y un día te convencí para que ingresaras en el Consejo Escolar como proveedor, cuando yo era consejera y nos faltaban albañiles para reparaciones en las escuelas. “Si usted está y me dice que precisan, yo voy ¿Qué hay que llevar?” “Mirá, Yael, que los pagos de provincia se demoran unos meses…” “No importa. Me puede funcionar como ahorro.” Cuidaste de cada escuela como si se tratara de tu propia casa. Te las ingeniaste con el tiempo para cumplir con todas aquellas demandas que no eran pocas.

Levantabas la ceja derecha, cuando algo te preocupaba o te hacía pensar. Con ese gesto me anunciaste que habías convencido a una de tus hermanas para que estudiara Abogacía. Vos te harías cargo de ayudarla. Era necesario que luchara por su futuro, con proyectos personales que la independizaran de su familia. Y así fue: Alejandra abrazó ese propósito y con orgullo un día me anunciaste que se había recibido.

“Rosana, pienso armar mi propia empresa de construcción. Ya puedo hacerlo. Gracias a Dios, me sobra trabajo”. “¡Muy bien, Pichón! Adelante, nomás…” Y lograste una nueva meta al cumplir ese sueño. “Cuesta conseguir gente que labure en serio…” “Y sí…Nada es sencillo, Yael. Forma parte del desafío. Adelante, nomás…Siempre.”

“Ro, voy a parar unos días. Pienso viajar, Necesito parar un poco.” “Eso es más que bueno, Yael. Que empieces a escucharte en esas otras cosas que necesitás. No todo es trabajo. Te lo vengo diciendo desde hace un tiempo.” Y supiste que ese camino no tenía retorno: abrirte al mundo, conocer otros paisajes, otras formas de vida. Alimentar tu espíritu. Descubrir nuevas formas de estímulo y alegría.

“Ro, necesito hablar con usted. Quisiera saber qué opina sobre algo…” Nuevos mates y algunos puchos. Eran cuestiones del corazón. En las lides del amor, batallaste como pudiste, como el resto de los mortales. Expectativas de encuentro, plenitud, frustración. Dolores bien escondidos a cuestas pero con la orgullosa frente en alto. Experiencias de vida exitosas en aprendizaje, según he logrado entender con la madurez que dan los años. Nada traumático para un luchador de la vida.

“Cuidate, Pichón. Te quiero mucho.” Más de una vez. Me sonreías…

Hoy te acompañamos desconcertados. La lógica estuvo ausente. La impotencia ocupó su lugar. Una angustiosa pena nos atravesó implacable, mientras tu mirada desde una bella foto nos asistía. Todos los presentes rogamos por tu alma noble y generosa, confiando en reencontrarte cuando Dios lo disponga.

Así, la vida continuará su marcha implacable de horas y días en medio de la desolación que en momentos como este nos embarga. Vamos llenando nuestro corazón con esas presencias que Dios coloca en nuestro camino. Encuentros breves en la brevedad de la vida. Vidas que eligen libremente un nuevo destino. Vidas frágiles que a veces se truncan de manera inesperada, espantosa. Vidas que se precipitan en destinos trágicos. Vidas mancilladas injustamente por decisiones criminales. Cuesta asumir que la insensatez de una bala haya arrebatado tu joven vida, querido Yael. Nadie nos la devolverá. Solo confiamos en que haya respuesta.

                                                     Tu amiga Rosana I, González


Rosana es profesora de Lengua y Literatura, una jóven jubilada, quien, además de haber ejercido con placer y dedicación el rol docente en la Escuela de Educación Media Nº1, en el Instituto Domingo Faustino Sarmiento, y en el Instituto Superior de Formación Docente Nº65, -todos establecimientos educativos de nuestro medio-, se desempeñó en el Consejo Escolar de San Cayetano, como Presidente del mismo. ha escriito en este Blog el texto: "La Pantera Rosa", en dos partes, que puedes leer desde acá y desde aquí, y junto a su amiga y colega Graciela Berti, "Tríada Profanada" que puedes ver desde acá ,"Mujer Alada" que puedes leer desde acá y "Remalvinizándonos por el camino de Santiago" que puedes encontrar aquí



Comentarios

  1. Tal como lo dices, como comunidad venimos golpeados -lo de Yael es diferente- al dolor se suma la impotencia...sé de tu amistad y mutuo afecto, muchas gracias por compartirnos este texto que pone en hermosas palabras tantos sentimientos que sin duda serán un bálsamo para su doliente familia y amigos! Gracias Rosana por abrazarlos a todos ellos con este hermoso recuerdo y homenaje!

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    1. Muy bien describiste a Yael gracias por tus palabras

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  2. Bellas palabras Rosana para alivsr ese dolor espantoso q ocasiona un caso así ,inesperado y llevar consuelo a su flia ,muy triste lo q ocurrió.Bendiciones. a sus seres queridos y q el Señor te reciba en sus brazos y construyas un palacio allí donde estés ,

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  3. En memoria de nuestro amigo. Gracias .

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  4. Querida profe Rosana.mientras leía me parecía escuchar tu voz.que bello lo q escribiste .sin duda tus palabras muy sentidas desde lo más profundo del alma

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  5. Gracias por las palabras hermosas, yael era todo y más de lo que leí. Gracias gracias ❤️

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  6. Profundo dolor nos causó esta partida de Yael un chico muy trabajador y con mucho para agregar hermosas palabras Rosana y un gran dolor x ser una pérdida!!! A sangre fría descansa en paz querido YAEL

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  7. Así como lo describiste!!! Hermosas palabras ...y maldito disparo..maldito quien lo ejecutó!!!

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  8. Que lindas palabras Ro... Mi seño de lengua 💕
    No lo trate nunca, pero que tristeza tan grande para nuestro pueblo, un chico tan joven . Dios le de consuelo a la familia

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  9. Hermosas palabras Ro, recuerdo muy bien lo que relatas y también las charlas con Yael cuando nos refaccionl el hotel.

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  10. Hermoso e impecable Ro! Nos hacés sentir que lo conocíamos aunque jamás hayamos cruzado una palabra. Tu excelencia para escribir, en estos tiempos en que todo pareciera dar lo mismo, realmente es digna de admiración y respeto!

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  11. Ayy Rosana, no puedo parar de llorar. Si al enterarme de la noticia, sin conocerlo, me resultó muy dolorosa;ahora al, al leerte y conocerlo un poquito a través de tus palabras,ese dolor se hace más fuerte. Te acompaño con un abrazo grande, y lo hago extensivo a su familia. Ruego por su descanso y también por justicia

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  12. No sé por qué no sale mi nombre, el comentario anterior es mío. Ana Julia Menna

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  13. Gracias desde lo más profundo de mí corazón por las palabras de afecto y amor hacia mí papá. Son una curita en el corazón para los que quedamos en el camino. Te amo y te recordaré por siempre papá❤️ Lu

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    1. Me resulta imposible dimensionar tu dolor, querida Lu. Deseo que Dios brinde paz y consuelo y que alumbre tu vida, la de la familia de tu papá y la de todas las personas que lo amaron. Yael fue una persona valiosa. Un ser humano que debemos recordar con lo mejor que supo ofrecer de sí, con sus mayores virtudes. Desde lo más profundo de tu corazón, él te acompañará especialmente. Siempre. Y aprenderás a escucharlo.
      Un abrazo muy fuerte.

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  14. Agradezco cada uno de los comentarios que he recibido en este espacio y en diferentes ámbitos de nuestro pueblo. Confío en el poder de las palabras para comunicarnos, hermanarnos, compartir sentires, pesares y alegrías que nos da la vida (entre muchas otras cosas). Confío el poder de la palabra para ayudar a sanar, a restaurar aquello que logra quebrarnos por dentro. Agradezco que lo sale a través de mis palabras colabore con este proceso, aunque sea en una pequeña parte.
    Los abrazo desde mi corazón.

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