La casa de Mirta...sin Mirta...,por Magalí Di Croce

Mirta con Juana, en su casa

Cada día cuando paso una y otra vez por la casa de Mirta miro naturalmente como para verla, o cuando estoy regando el jardín me parece que va a pasar caminando, con una sonrisa, con su palabra siempre amable..

La amistad de nuestra familia con Mirta, contrariamente a lo que podría pensarse no nació ni conmigo ni con Osvaldo, si bien la conocía de toda la vida, nuestra amistad nació como una derivación de su amistad con María Magalí…Se conocieron en lo de Julio y kikí, de quienes fue muy amiga, y en la época en que María Magalí y Magui pasaban largas horas jugando, Mirta que iba a la peluquería de Julio -que en ese tiempo tenía en un salón de su casa- , les charlaba y jugaba, luego empezó a invitarlas a tomar un jugo con un tostado a Le Freack… A Magui y Maga les encantaba ese programa... la querían tanto!!! Y con ella la pasaban genial, como la pasa todo niño cuando un adulto les dedica tiempo y amor…

Así, cerca de cada cumpleaños, cuando María Magalí hacía su lista de invitados, junto a los primeros invitados destacados de la familia, anotaba a Mirta. Y Mirta no faltaba jamás, iba a ese bullicio insoportable de los niños en el pelotero, - yo deseaba que termine….deseaba salir volando de ese loquero…-, ella en cambio iba feliz, ataviada hermosa y con todo detalle como siempre, -tenía un gusto exquisito-, y lo pasaba bien, disfrutaba viéndolos divertirse y charlaba con nosotros, con esa actitud tan agradable propia de ella…

Cuando llegó Juana se hizo su fan número uno, y también estuvo en su bautismo, y en sus  cumpleaños...a Juana le gustaba mucho Mirta, y  también su gata.

Así fuimos haciéndonos amigos, ella pasaba por casa, nos hacíamos una charlita de dos minutos, o venía a invitar a María Magalí y a Juana a que vayan un rato a la suya, o pasaba porque se le había descompaginado el teléfono y Maga le hacía de “técnica”, venía a nuestros cumpleaños, se preocupaba por nosotros…Encendía una velita cada vez que María Magalí tenía que rendir una materia…siempre estaba atenta…siempre cortés...

Con María Magalí tenían una empatía particular, se querían muchísimo, María Magalí estaba siempre atenta a cómo estaba Mirta, y aún en momentos de estar muy atareada se hacía una escapadita a verla o a conversar un poquito…

Tuvo entrañables amigos – la familia Aguirre era como su familia- y muchísimos más que no menciono, porque no quiero olvidar alguno.

Fue además muy apreciada entre los vecinos, tenía ese don de hacer sentir bien a la gente, nunca salían de su boca comentarios estériles o negativos, sino todo lo contrario era atenta, afectuosa, cálida. 

Amaba los animales, los conocía, siempre andaba amparando y dando de comer a algún gatito o perrito callejero, y les dedicaba tiempo. Cuando llegaba a casa tanto Luna como Toby se enloquecían y se ponían para que ella las acaricie…A la noche solíamos escuchar cuando llamaba a su “Michi”, su gatita que por ahí se iba de parranda, y Mirta se preocupaba si era tarde y no regresaba…Y por supuesto que para el Día del Animal no le  faltaba la latita de atún…

Mirta estaba más allá de las pavadas del “qué dirán”, su aspecto frágil, delicado y femenino, -siempre tan hermosa e impecablemente arreglada- guardaba una mujer fuerte que siempre tuvo bien claro lo que quería, y que supo desafiar la hipocresía y los disvalores de su época de juventud, jugándose por la vida. Era una mujer admirable.

Mirta, tenía dos amores que cuando hablaba de ellos se le iluminaba la miraba: su hijo José y su nieta Mariné. Cómo los amó!!! Vivió por y para ellos. Cada víspera de Navidad, cuando venía a casa a despedirse porque se iba a Quilmes a pasar las Fiestas  y parte del verano con ellos, estaba feliz y plena. 

Otras veces, cuando pasaba del brazo de José María, que había venido a visitarla y se iban a comer a algún lugar, brillaba… se la veía tan hermosamente feliz!!!

Porque para Mirta el significado de la vida eran los afectos, eran su principal tesoro, el motor de su vida, y vivía para ellos.

Hoy aún en el vacío que nos produce su ausencia, y deseando que estuviera entre nosotros, pienso en que partió joven pero que, –quizá- partió a tiempo de no tener que vivir este tiempo de aislamiento, donde hubiera sufrido muchísimo porque no podría ir a ver, ni recibir a sus amores…

Cada día, cuando paso una y otra vez por la casa de Mirta, miro naturalmente como para verla, aunque sé que no está. La extrañamos…nos dejó un recuerdo profundo, el recuerdo de una mujer que pasó por la vida marcando una huella de amor...

                                              Magalí Di Croce

Además de administrar el presente Blog Intramuros de San Cayetano, he compartido varios textos míos,  los cinco  últimos anteriores al presente son: "El Templo" que puedes ver aquí, "La dignidad humana" que puedes leer acá, Pentecostés en mi vida, que puedes ver  desde este enlace,   "La alegría de ser parte de un legado universal" que puedes encontrarlo acá y "El desafío de la libertad" que puedes ver acá ..