Unir las manos y reconciliar la sangre...por Magalí Di Croce

 

Imagen de la "Cueva de las Manos" pintura rupestre de la Patagonia Argentina



Me encanta mirar el cine del Canal “Europa Europa”, el cine francés, inglés, y el italiano -que aunque no es el cine que más me atrae-, me gusta escuchar y de alguna manera practicar el idioma…
Hace pocos días haciendo zapping, me encontré que ahí estaban proyectando “La Misión”, y -aunque la he visto repetidas veces con los alumnos cuando abordábamos la conquista de América- , me enganché a verla de nuevo.
Ese film me ha conmovido siempre, me hace pensar en el mundo que Dios creó y en cómo los seres humanos, a lo largo de los tiempos, lo hemos afectado y deshumanizado de diferentes formas, en las diferentes épocas de la historia universal, priorizando los intereses económicos o de poder, al bien común, al respeto de la vida o de la identidad…
Me ha conmovido ver la labor maravillosa de las Misiones Jesuíticas, misiones que fueron guiando y acompañando sin desterrar su cultura, y me conmueve a su vez, la apertura de esas comunidades a la Gracia.
A su vez tengo claro, que no podemos analizar las acciones humanas fuera del contexto sociopolítico y cultural en que las mismas se desarrollan, y en aquel contexto de comienzos de la modernidad, era una exigencia de afirmación de la soberanía de los reinos europeos lanzarse a la conquista de otras tierras y al sometimiento de sus habitantes, hechos estos que se aceptaban como legales y legítimos.
Se viene el 12 de Octubre, día de la llegada de los europeos a América, que antes celebrábamos como el “Día de la Raza” y actualmente lo celebramos como “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” celebración que es un llamado a la reflexión de la prevalencia de la humanidad más allá de las contingencias culturales, religiosas o étnicas de los diferentes pueblos, es un llamado a la reflexión sobre el respeto por los pueblos originarios.
En lo personal siempre me he sentido gringa, amo a La Argentina como mi Patria de origen y a Italia como Patria de sangre, y a su vez sentí profunda alegría cuando Gustavo me pasó una copia del análisis genético que se hizo participando del Proyecto de una investigadora del Conicet: “Explorando los orígenes de la población del sur bonaerense”, del que surgió que por parte de nuestra abuela materna, tenemos características de poblaciones nativas de América,   del centro y sur de Patagonia. Linaje que siempre supusimos, ahora confirmado.
Sabemos que en la historia han ido cambiando y evolucionando las concepciones y el Derecho, especialmente los Derechos Humanos, se ha ampliado ese concepto, y así como está plasmado en los diferentes Estados, por ejemplo, el “Derecho a un medio ambiente sano y equilibrado”, -que hace un siglo ni se pensaba- también se han plasmado en las modernas Constituciones, los derechos de los pueblos originarios.
Lo que es paradójico, -en general, y en todo el mundo-, es que se evoluciona en la redacción e inclusión en los ordenamientos jurídicos de normas justas y conducentes a la protección de las personas, de los grupos y del ambiente, pero se involuciona en las actitudes, en los hechos, se involuciona en el verdadero respeto por el medio, se involuciona en el reconocimiento en el otro como un igual, merecedor de respeto y sujeto de derechos… se involuciona en humanidad.
Y como resultado de esa involución hay grupos muy desfavorecidos.
Las comunidades aborígenes están entre los grupos más desfavorecidos del planeta.
Nuestra Constitución Nacional, a partir de la reforma de 1994, reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, garantiza el respeto a su identidad y a una educación bilingüe e intercultural, así como la posesión y propiedad de tierras que tradicionalmente ocupan y otras aptas y suficientes para el desarrollo humano y la participación en la gestión de los recursos naturales.
En nuestro país las comunidades aborígenes no viven bien, son pobres, tienen un alto porcentaje de desnutrición infantil y muchas carencias. No se ha hecho la entrega, prevista en la Constitución Nacional de tierras aptas para el desarrollo humano, en su mayoría residen en lugares sin agua potable, no tienen viviendas dignas, ni el acceso a un sistema de salud. En general se encuentran socioculturalmente aisladas, si bien se ha implementado en algunas provincias la educación bilingüe e intercultural, aún falta mucho por hacer. Mucho.
Aún quedan pendientes muchas acciones concretas, y que incluyen nuestra toma de conciencia.
Quizá porque los argentinos tenemos un altísimo porcentaje de sangre europea, no hay en general, en la sociedad y en los individuos, una disposición para comprender que las comunidades aborígenes y sus problemáticas nos afectan a todos y son parte de nuestra Patria, y menos aún para buscar soluciones . Y a esta profunda indiferencia, se suma por un lado, la violencia de algunos grupos minoritarios que usan el nombre de los aborígenes para hacer desmanes y, de la indiferencia social, se pasa al rechazo, al odio, y hasta al temor social, y por el otro, la grieta -transversal a nuestra cotidianidad- , que ha mezclado la cuestión aborigen con las políticas partidarias, cuando la realidad nos muestra que poco se han ocupado los diferentes gobiernos, sea cual fuera su signo…
Somos herederos de una historia y al no poder retroceder el tiempo, debemos proyectar acciones sanadoras de errores cometidos, aunque no sean nuestros: porque para lograr la paz es indispensable la justicia.
No podemos cambiar errores de la historia .Ni debemos esconderlos. Pero podemos sí intentar sanarlos. Podemos ser conciliadores.
Podemos sí, despojarnos de nuestras tendencias etnocentristas e individualistas y reconocer la dignidad humana como el valor absoluto que nos iguala y nos hermana.
Podemos sí, desde la familia, ir formando a los más jóvenes en el respeto profundo por la vida.
Podemos sí, unir las manos como los artistas de la Cueva de las Manos de la Patagonia, y reconciliar la sangre, ser artífices de una conciencia social que reconozca más allá de las razas , las lenguas, las creencias, las culturas, el valor infinito de la vida humana.

                                                                  Magalí Di Croce

Además de administrar el presente Blog Intramuros de San Cayetano, he compartido varios textos míos,  los diez  últimos anteriores al presente son:    "La Misión de Fredy" que puedes leer desde acá, "El guardapolvo blanco" que puedes encontrar aquí y "El caso M"  que puedes leer desde aquí,"La muerte de Mauro Viale deja un vacío en los medios"  que puedes ver en este enlace ,  "La Patria", que puedes leer desde acá,  "Los hermanos Pérez" que puedes encontrar aquí , "La tabla de la Abuela" que puedes ver desde acá ,"La Elección de Mas" que puedes leer  desde aquí  y "De la Pandemia de Covid 19 a la Pandemia de la Guerra" Que puedes encontrar acá y "Una carta de Francisco a Julieta, en tiempos de Malvinas" que puedes ver  desde aqui, "La Educación de excelencia, el principal instrumento de inclusión" que puedes leer acá , y " San Cayetano, el Santo del Pueblo" que puedes encontrar aquí.

..
.

Comentarios

  1. Es muy importante y muy completo tu texto. Me gustó mucho y da para leer varias veces.
    En relación a la película creo que la puedo resumir solamente en la escena en que el jefe de los originarios dice "yo también soy Rey" frente a la invocación autoritaria de españoles y portugueses. Alli está toda la cuestión.
    Por otra parte resulta desalentador ver que las consecuencias de nominar de otra manera a tantas situaciones, entre ellas" Diversidad Cultural," haya derivado en la acentuación de las diferencias. Quizás no se trate tanto de declamar, como expresión de deseos, una situación que se quiere cambiar, sino de proponerse un trabajo más serio, profundo y a largo plazo para que la Diversidad devenga en Integración.
    Muy oportuno lo que escribiste. Que nos haga pensar es mi deseo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Silvia por tu generoso comentario! Sí esa parte, donde el aborigen responde que él también es rey creo que sintetiza todo...coincido!

      Eliminar
  2. No puedo expresar con palabras lo que sentí al leer tu texto. La emoción me envolvió, y es maravilloso e increíble como encontraste las frases para explicar el sentir de estos,nuestros pueblos, fundidos y mezclados en sangre y alma . Encontraremos el camino??
    Te felicito hermana!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Susana! Sí debemos encontrarlo...por nuestros antepasados...por nosotros y por nuestros descendientes!

      Eliminar
  3. Sería muy importante que se trabaje el tema profundamente, que la palabra predomine sobre la violencia. Entendiendo que ya no será posible volver al punto inicial, que hay un intercambio cultural, para bien o para mal, que debemos aceptar y/o modificar según sea beneficioso para todos.
    Todos los que, desde diferentes lugares, nos sentimos convocados por la palabra como pacificadora y medio de intercambio fructífero debemos ponerla a disposición para generar un futuro consensuado. Que haya una verdadera Diversidad como coexistencia de las diferencias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tal cual...no podemos retroceder la historia ni aceptar la violencia ni la injusticia...para sanar se requiere que nos elevemos en humanidad y estemos dispuestos a conciliar, a ofrecer, a aceptar, y sobre todo a dialogar..la palabra es instrumento de paz y concordia....

      Eliminar
  4. Comparto plenamente tu sentir expresado en este texto👍👍👍👍

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Elegía para Thiago, por Ángeles Catalina Roldán

Los 15 de Shaira, por Magalí Di Croce

En busca de la Tierra Prometida, por Pedro Christiansen (Parte 1 y 2)