DOLOR EN EL PUEBLO, por Magalí Di Croce

Hoy la Iglesia celebra a los fieles difuntos, es muy importante esa celebración, quienes creemos en la Palabra de Dios sabemos que están en la eternidad, o en tránsito hacia ella, que algunos ya han alcanzado la Gloria –son los que llamamos santos- , y otros están a la espera de ese tiempo, para gozar de su lugar en el Cielo. 
Tenemos la certeza de que nuestra vida no termina en el sepulcro, nuestra vida cambia y pasa a la eternidad. La vida terrena es un tránsito hacia esa vida plena de Gloria, en el lugar donde no hay más dolor ni muerte… 
Yo creo en eso, muchos creemos en eso, por eso les pedimos intercesión a los santos ante nuestras necesidades, por eso los invocamos: porque sabemos que viven, viven en la Vida Eterna. 
Pero aun creyendo desde lo más profundo de nuestro ser que hay otra vida, estamos tristes ante la muerte. 
Nuestra pulsión de vida nos llama a la vida, a celebrar los nacimientos, a aplaudir cuando alguien supera un mal trance y sigue viviendo, a alegrarnos cuando un estudio de salud sale favorable. Nuestra pulsión de vida nos llama a la vida. Lo podremos llamar instinto de conservación o como sea, pero – y gracias a Dios- somos seres llamados a la VIDA. 
Por eso esa tristeza profunda y desgarradora ante la muerte. Aunque el tiempo y nuestras creencias nos hagan llegar al consuelo, a la paz, ante la muerte de un ser querido – también por amar nuestra vida- la muerte nos pone tristes. 
Esta pandemia ha superado todo lo que nuestra imaginación o películas de ficción podrían predecir… y la muerte golpea, nos asusta y entristece. 
En estos días hay dolor en el pueblo, dolor. Y también temor. 
Todos nos conocemos, de alguna manera nos relacionamos, por la Escuela, por un familiar en común, por el trabajo, por amigos en común, por un comercio, por la política, por el arte, por la fe, por mil causas, todos nos relacionamos con todos, conocemos sus vidas, nos vemos, muchas veces nos criticamos, pero lo valioso es que nos importa la vida de los otros, nuestras vidas crecen entrelazadas, nos alegramos cuando sabemos que llega un nuevo bebé a una familia, o alguien se recibe, o se casa, o se va de viaje, rezamos por los otros y, sin importar sus edades, nos duele la muerte de nuestros vecinos. 
En estos días hay dolor en el pueblo y a todos nos duele ese dolor. 
Porque los que parten,  aun cuando no sean de nuestra familia, son seres queridos, personas con nombre y apellido, no un número de muertos, no una estadística, no, son personas cuyos rostros conocemos, y en más o en menos hemos compartido tiempos. 
Por eso hay dolor en el pueblo. 
No me quiero quedar en el dolor, aunque me duela, trato de pensar en positivo. 
Trato de que no me atrape la desazón ni la angustia. 
Por eso escribo. Por eso pinto. Por eso rezo. Por eso le pido a María que como Mamá atenta a nuestras necesidades interceda por nuestra protección, y le pido a San Cayetano, nuestro Patrono, él que vivió tiempos de peste y ayudó a los hermanos más sufrientes, que lleve nuestros ruegos al Padre, para que pase este tiempo de dolor. 
Hay dolor en el pueblo, y creo que ese dolor es una consecuencia directa del aprecio, que, pese a las lógicas diferencias que existen en toda comunidad, está presente. El dolor que se percibe es consecuencia de un sentimiento más elevado y profundo, un sentimiento que nos hermana aún en medio de las diferencias, ese sentimiento, a veces escondido, a veces poco visible, es el amor …. 
Hay dolor en el pueblo, porque subyace el amor. 

                                                                      Magalí Di Croce


Además de administrar el presente Blog Intramuros de San Cayetano, he compartido varios textos míos,  los siete  últimos anteriores al presente son:  "La dignidad humana" que puedes leer acáPentecostés en mi vida, que puedes ver  desde este enlace,   "La alegría de ser parte de un legado universal" que puedes encontrarlo acá , "El desafío de la libertad" que puedes ver acá .. y "La casa de Mirta, sin MIrta" al que puedes acceder desde aquí y "La excelencia en la simpleza, hacer reir... hacer pensar..." que puedes leer desde acá y "La Fiesta de Nelva" que puedes ver acá.


 

Comentarios

  1. Si, hay dolor en el pueblo y también en todos los que estamos conectados por ser sancayetanenses.
    Acá nos tocó el terror y el dolor desde abril, cuando los números sí contaban y mucho porque en la cantidad de gente que a uno lo rodea, no se sabía que podía pasar ni a quien se tenía al lado. Pero también el dolor de mis vecinos sin nombre: el ferretero, el encargado del edificio de la esquina, Alicia, Bestriz, mis vecinas etc, etc. Más los que murieron por no poder procesar ese terror que vivíamos, Diego de 42 años, mi instructor. Dani de 50 años, mi peluquero cuyos corazones estallaron en infartos masivos allá por mayo por no poder trabajar ni lograr resolver sus situaciones.
    Es verdad que la sensación es muy distinta cuando sabemos nombre y apellido, porque parece mentira y se nos alborotan los recuerdos y todas las emociones.
    Y ahora que, luego de la larga noche de abril a septiembre que vivimos aqui, podemos tener un poco más de aire, cuando la vida se asoma a cierto alivio, temporario pero alivio al fin, se hace muy difícil no mirar hacia allá y condolerse con el pueblo natal, y entonces el alivio es un alivio triste.
    Deseo que llegue pronto el alivio para todos.
    No sólo el pueblo piensa en sus muertos, habemos otros que estamos día a día tratando de saber y acompañándolos con una palabra, un chiste, un abrazo virtual y deseando fervientemente que la cosa afloje pronto por alli.

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    1. Sé amiga, que vos y muchos de los que están lejos tienen el corazón y el pensamiento en el pueblo, y sus palabras , su preocupación y su acompañamiento reconforta, gracias!!!

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