LA CASA DE CALLE 50 Nº 1132 (17 Y 18), por Magalí Di Croce

Yo en el patio de casa de calle 50, cuando era estudiante

Hace unos días hablamos con Guillermo…un buen rato.
Fue hermoso escucharlo, enterarme de que su vida es una vida bella, que sigue casado con Florencia su amor de siempre , que tienen dos hermosos hijos, que se ha desarrollado profesionalmente y le va muy bien. Me hizo feliz también cuando me contó de Alfredo su hermano -Alfredito para mi-, que también tiene una hermosa y numerosa familia, que ha ganado un concurso con su profesión y es muy bueno en lo que hace… 
Para mí Guillermo no podría tener más de 25 o 30 años y Alfredo unos menos…pero me dijo que ya tiene 53 y Alfredo –calculo- ha de tener cuarenta y pico largos…Ellos, los nenes de la casa de La Plata donde estudié toda mi carrera. Ya son hombres, con sus familias, sus vidas, sus profesiones, sus desafíos y esfuerzos, sus crecimientos, y eso me llena de alegría…Pienso en sus padres, en Irma, esa vasca adorable y en Enrique, descendiente de italianos, dos personas maravillosas, rectas, trabajadoras, cuyo principal tesoro siempre fue la familia…. 
Cuando llegué a esa casa, con mis 17 años y cero experiencia en vivir fuera del pueblo y lejos de mi familia, Irma le explicó al tío Palito – que nos había llevado a Gustavo y a mí a inscribirnos en la Facultad, y  buscar un lugar donde vivir- que no tenía lugar en su casa. 
Pese a eso, el tío Palito  siguió charlando, charlando hasta que encontraron un punto en común: El Chango Nieto ese cantautor salteño que nos deleitara con su canto y con su bombo…La cuestión es que Irma había estado en su casamiento en la Catedral de La Plata, y el tío lo conocía por ser vecino de Julie y Juan Carlos…-también gracias al Chango Nieto yo terminé viviendo en esa casa- , ahí todo el diálogo fue más fluido, ellos no tomaban gente desconocida, y al tener alguien en común todo fue diferente. Nos despedimos,  e Irma quedó en que si tenía un lugar nos avisaría….al tiempo nos llegó la noticia de que sí tenía lugar  para mí en la casa. 
Al principio le decía la pensión. Muy pronto ya la llamaba "mi casa". Era una casa espaciosa, de esas con zaguán. La familia vivía ahí también, y teníamos nuestros espacios separados aunque en la misma casa. Todo estaba impecable, reluciente, absolutamente limpio. Al principio a nosotras las estudiantes nos trataban de usted. Y ni hablar nosotras a ellos. Había un trato muy cordial, con muchísimo respeto. 
Los niños eran chiquitos, Guille recién comenzaba la primaria y Alfredito aún iba al Jardín de Infantes. A las mañana nos despertaba el aroma de las tostadas de Irma… 
Y así fueron pasando los años y cada vez éramos más cercanos. Recuerdo el excelente cocinero que era Enrique, hacía los canelones caseros no con masa de panqueques como los hacemos ahora, no, él hacía la masa verdadera, a lo italiano, la hervía ligeramente y recién los armaba…Un día nos invitó a comer buseca ( nosotras no comíamos con la familia, teníamos nuestra cocina aparte) a mí me daba vergüenza decir que yo no comía mondongo, así que comí… qué manjar!!! Tenía todas las verduras, todo lo lavaba minuciosamente y cortaba y luego condimentaba perfecto… Cada vez que la hacía -le llevaba más de un día de trabajo- nos invitaba a comer a Raquel, Cristina, a Lucy y a mí. Nunca comí una buseca igual…nunca… 
A la tardecita mientras Irma planchaba hacían los deberes de la Escuela, cuánta dedicación, no había como ahora Internet que es una gran ayuda para los padres para el apoyo escolar a sus hijos, así que buscaban en los “Billiken” y “Anteojito” y en libros, y siempre iban con todo cumplido con exceso. 
En un tiempo vivieron en la casa también las tías mayores de Buenos Aires, Rosa y Florinda, buenas personas también, Rosa hablaba todo el tiempo de enfermedades y médicos, Florinda era un sol, más viejita, más calladita, medio sorda –a veces también se hacía un poco la sorda para no escuchar todo el tiempo a Rosa- dulce…cálida… 

El día de mi jura en la facultad, con Alfredo, Irma y Guillermo

Cuando yo ya me había recibido, estuve un año más viviendo en su casa en La Plata antes de casarme, practicando en un Estudio Jurídico, en ese tiempo lamentablemente murió Enrique en forma súbita. Fue un desgarro, para todos, Irma que aparentemente era en el matrimonio, la ejecutora de todo, había perdido su puntal, su compañero, y le costó reponerse, con el tiempo le puso garra y siguió adelante con sus hijos… 
Nosotros cada vez más cercanos, nos tuteábamos con Irma, vinieron a San Cayetano para nuestro casamiento…Guillermo que siempre observaba y describía la realidad, contaba cómo mi abuela – con pinta de ancianita dulce- había degollado un pollo que luego comieron a la olla cocinado por ella el sábado de nuestro casamiento al mediodía… 
Cuando nació Florencia, íbamos con ella a la casa de Irma y los chicos… 
Luego nos vinimos a vivir a San Cayetano, íbamos poco a La Plata. Cuando María Magalí era recién nacida me llegó la triste noticia de la partida de la querida Irma. 
Y los años transcurrieron, casi sin noticias. Por ahí alguna vez supe por Raquel que estaban bien ,y habían vendido la casa. 
Hace unos días busqué por las redes a los chicos, ahí nos conectamos con Guille, y al rato de hablar, nos expresábamos como si ayer nos hubiéramos visto, como hermanos o primos. 
Luego de hablar con Guillermo sentí mucha alegría, alegría de saber qué lindas personas son, de ver que sus vidas son como sus padres hubieran querido y como sus padres las orientaron en el bien, el trabajo y la familia… 
Cuando Noelia Peón escribió el texto “ Las Delfinitas” algo se movilizó en mí. Recordé la casa de calle 50 Nº1132 donde fui feliz y amé a sus integrantes. Son parte de mi vida. Tengo de esa familia el mejor de los recuerdos, y el agradecimiento profundo por tanto recibido.

                                                            Magalí Di Croce


Además de administrar el presente Blog Intramuros de San Cayetano, he compartido varios textos míos,  los ocho  últimos anteriores al presente son:  "La dignidad humana" que puedes leer acáPentecostés en mi vida, que puedes ver  desde este enlace,   "La alegría de ser parte de un legado universal" que puedes encontrarlo acá , "El desafío de la libertad" que puedes ver acá .. y "La casa de Mirta, sin MIrta" al que puedes acceder desde aquí y "La excelencia en la simpleza, hacer reir... hacer pensar..." que puedes leer desde acá , "La Fiesta de Nelva" que puedes ver acá y "Dolor en el pueblo" que puedes encontrar aquí.


Comentarios

  1. Que hermoso Maga, me encantó!!! Recuerdo muy bien tu casa, como le decías y a Irma también, Felicitaciones, hermoso relato y recuerdo

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    1. Gracias Silvia querida!!! Siiii vos los conociste !!! Abrazo amiga!!!

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  2. Que bella historia de vida...cuanta nostalgia y cuanto agradecimiento se siente al leerla....tan feliz de haber compartido esos años vos con esa familia y tan felices ellos de haberte conocido....no tengo dudas...abrazo fuerte.

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    1. Gracias Monona!!! Si compartimos la vida!!! Para siempre en mi corazón!!!

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  3. ¡¡Qué bueno encontrar gente así al estar lejos de casa! Y recordarlos...y reencontrarlos...

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    1. Gracias querida Silvia!!! Siiii me hizo feliz el reencuentro y el recuerdo!!! Gracias!!!

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  4. Hermoso recuerdo de tu vida en La Plata conviviendo con personas amorosas a las que querés y considerás como tu familia. Me alegra mucho que hayas podido reencontrarte con parte de esa familia que te albergó y cobijó con mucho amor. Me encantó, beso enorme Maga. Felicitaciones por tus relatos. ❤️

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    1. Amiga querida usas la palabra 'cobijó' y así fue!!! Yo extrañaba mucho y ahi encontré una bella familia!!! Gracias!!!

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  5. Recuerdo perfectamente la casa, el zaguán de entrada, las ventanas altas y estrechas que daban a la calle, los árboles frondosos que proporcionaban sombra a la vereda y hacían algo más tolerable el tórrido verano platense, el patio y la cocinita que mencionás y por supuesto la presencia de Irma con su impronta tan maternal que daba un verdadero sabor a hogar a todo aquello. También tengo presente el cariño y afecto que les guardaba, en especial a Raquel y a vos, a quienes quería como esas hijas del corazón que la vida le había regalado- ¡Hermosa semblanza!

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    1. Gracias Eduardo!!! siiiii vos estuviste ahí, hemos tomado té en la cocinita y comido de la exquisita torta de tu cumpleaños que me has llevado...Mientras escribía recordaba, entre otras cosas, los árboles de la vereda...Gracias!!!

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  6. Gracias por el afecto a mi familia, por los recuerdos de esa casa y por haber oficiado de hermanas mayores, por haber estado cuando se puso feo para mi madre y luego para nosotros. Un beso enorme!!!

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  7. Gracias a ustedes por haberme hecho sentir familia...los quiero tanto Alfredito!!!

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