A Gustavo Adolfo Becker, por Pedro Devincenti

 

Esta es una semblanza de uno de los poetas preferido de mi juventud el de los famosos versos: “…volverán las oscuras golondrinas…”

A GUSTAVO ADOLFO BECKER

Vate insigne y atormentado

de la legendaria España

de tu divina pluma salieron

al son de tu mente fecunda

inmortales poesías,

sensibles y profundas

que recorrieron

 y lo siguen haciendo

del mundo los senderos.

Tu espíritu hace vibrar

en cada ser una cuerda,

sutil y armoniosa a la vez.

Poeta… que muy temprano partiste

hacia otros cielos lejanos,

marcaron tu sino

trágico y dulce,

el amor y la muerte.

Glorieta de Becker en Sevilla, inaugurada en el año 1911, donde se representa de una lado, el busto del Poeta,  y el eros herido , y  del otro el amor presente, el amor perdido y el amor frustrado


                        PEDRO ALBERTO DEVINCENTI


Pedro es un lector apasionado, disfruta de leer y aprender, además de escribir. Ha escrito en este Blog los textos: " La historia de mis abuelos italianos en La Argentina" que puedes ver  desde acá ,"ADIOS AL AMIGO"-Recordando a Tulio Cosentino, que puedes leer desde aquí , "A mi barrio Sancayetanense. Policromía" que puedes encontrar acá , "AL AMIGO, CON CARIÑO" que puedes ver desde  aquí ,  "Antiguo Bar El A.B.C."  que puedes leer desde acá , "Que 80 años no es nada...Al Zorzal criollo Carlos Gardel que puedes encontrar acá , "Reflexiones"  que puedes ver aquí , "Recuerdo y homenaje al Primer Bachillerato de Adultos" que puedes leer acá , "Alondra fugaz"  que puedes ver desde aquí ,"Evocando la niñez"  que puedes encontrar en este enlace e  "Introspección" que puedes ver desde acá

 

 

 

 

Comentarios

  1. Gracias Pedro, hermosas palabras para el Poeta...también fue y es uno de mis preferidos! Gracias por compartirlo!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

UN DISPARO MALDITO En memoria de Yael Rivas, por Rosana I. González

Recuerdo y homenaje al Primer Bachillerato de Adultos, por Pedro Alberto Devicenti

El día que te perdí, por Fiamma Andersen